Diarios del confinamiento. Retazos de almas obligadas por la pandemia a convivir lejos de los suyos compartiendo espacio y vida con otras personas sin hogar. El albergue municipal Mare de Déu del Lledó de Castelló y el provisional del polígono Castalia, gestionados por Cáritas, se han convertido en morada de decenas de personas sin casa durante la cuarentena. Y bajo ese mismo techo han volcado su corazón en cuartillas de papel manuscrito. «Esto te hace valorar claramente la amistad, la libertad, la familia y ver que todos somos iguales, pero también ver lo injustos que somos los humanos con la tierra, los animales, los árboles, el mar y los ríos», resalta un usuario.

Sombras y luces de una pesadilla colectiva. «Estoy muy sensible, me afecta más todo lo que pasa a mi alrededor, pero no quiero pensar en negativo porque no gano nada...», expresa uno de los participantes.

Hay momentos de oración: «Dios mío, dame confianza y te pido con todo mi corazón que todo lo que nos pasa a mí y a mis compañeros nos dé fuerza. Esto no ha terminado, te pido que nos des esa paciencia que todos necesitamos…». Y muestras de que personas de distinto credo comparten un lenguaje universal: «Lo positivo es que un grupo de cristianos y musulmanes hemos aprendido a convivir juntos y a convertirnos en amigos, casi colegas, pues tanto los unos y los otros nos necesitamos para llevarnos mejor, se puede comprender que es posible la unión y eso es un buen comienzo…».

A algunos, el estado de alarma les pilló recién llegados. «Hace un mes y medio que he llegado a Castellón; tengo la esperanza de que todo irá bien, todos somos muy diferentes, pero nos llevamos bien unos con otros…», explica un relator.

«Estoy preocupado por la pandemia, pero no por mí porque yo tengo mucha fe y sé que no pasará nada», transmite otro interno, entre palabras de recuerdo y duelo por los que ya no están y la convicción de que «esto va a cambiar la vida de muchas personas, ojalá sepamos aprovechar esta experiencia».

Por encima del miedo al futuro laboral o a la estrechez, es tiempo de valorar las cosas que realmente importan: «Ahora aprecio más el pasar tiempo con mis seres queridos, aprender a preguntar cómo estás, no pasar tanto de todo…».

Y sobre todo testimonios de agradecimiento sincero e infinito: «A Cáritas y a su personal por hacer posible que, en momentos como estos, nosotros las personas sin hogar, sentimos que no estamos solos». «Gracias a todos los que nos preparan las comidas y nos limpian la ropa y nos dan de comer y los que participan de uno u otro modo».