El Consell que preside Ximo?Puig comenzó ayer a digerir el varapalo del pasado viernes cuando, contra pronóstico, el Gobierno de Pedro Sánchez informó de que 14 departamentos de salud (el 70% de la población de la Comunitat) permanecerían en la fase cero de la desescalada.

Después de tres jornadas de intenso fragor político, en los que el presidente Ximo Puig se ha empleado a fondo para dejar patente su enfado con esta decisión, ayer los esfuerzos se destinaron a tratar de reconducir la situación y rebajar el conflicto con el Ejecutivo central, con quien se negocia para que la Comunitat pueda pasar a la fase uno en unos días, probablemente el lunes, tal como reconoció en rueda de prensa el responsable del Centro de Alertas, Fernando Simón, al dar casi por hecho que en breve todos los departamentos de salud estarán en una situación «muy buena» para pasar de etapa.

Tanto Puig como la consellera de Sanidad, Ana Barceló, mantuvieron la tesis de que el Ministerio cambió los criterios sobre la desescalada una vez entregados los informes, pero el tono de ambos se rebajó de forma sensible respecto a días pasados cuando Barceló denunció que la decisión era arbitraria y el president Ximo Puig remató que lealtad no es sinónimo de sumisión.

el futuro // El jefe del Consell habló en una entrevista televisiva de su intención de «pasar de pantalla» y añadió que se «está avanzando», al tiempo que evitó entrar en choque con el Gobierno o ahondar en el agravio comparativo respecto al?País Vasco. En la misma línea discurrió la rueda de prensa de la consellera Barceló, la primera desde su airada intervención del viernes para evaluar el portazo del?Gobierno. La propia Barceló habló de «mirar hacia adelante» y, al igual que Puig, evitó ahondar en las diferencias con el Ministerio. ?

Por su parte, el Gobierno central evitó también el cuerpo a cuerpo. En la comparecencia posterior a la reunión del consejo de ministros, varios medios de comunicación plantearon a la ministra portavoz, María Jesús Montero, y al de Sanidad, Salvador Illa, las quejas del Consell y el posible criterio político a la hora de permitir que el País Vasco pasara de fase con algunos indicadores claves más negativos que la Comunitat. «No voy a entrar en reproches con ninguna comunidad, los técnicos hacen su trabajo con independencia», indicó Illa, quien calificó de satisfactoria la reunión con Barceló el día anterior. Montero siguió el guion y reiteró que Pedro Sánchez no iba a entrar en discusión con ningún barón regional, un comentario que, con todo, sonó a reproche velado a Puig, cuyo mensaje crítico cogió fuerza en el ámbito nacional durante la ronda de entrevistas televisivas y radiofónicas del lunes. Illa remató con una apelación a la unidad. En realidad la tormenta política comenzó a amainar el lunes por la tarde en la reunión bilateral que mantuvieron el ministro y la consellera, en la que se trataron de tú a tú las discrepancias respecto a la evaluación de la Comunitat para el pase de fase.

Barceló desveló también que el Ministerio le había trasladado que el criterio de la movilidad había sido uno de los factores principales para vetar la entrada completa de la Comunitat Valenciana a la fase uno y aseguró que había arrancado el compromiso al Ejecutivo de Madrid de que a partir de ahora los criterios establecidos para pasar de fase se conocerían con más antelación.