Quien más, quien menos, habrá probado el agua con teóricas propiedades milagrosas de L’Avellà de Catí. La historia oficial nos remonta hasta 1554, cuando ‘la velleta’ -de ahí su nombre’, se curó de su ceguera. Una sanación que dio paso a la construcción en este punto de un santuario, una ermita, una fonda e incluso una casa de baños que aún hoy son orgullo de la localidad. Otras fuentes, eso sí apuntan que ya en época musulmana eran muchos los que peregrinaban a este privilegiado enclave para disfrutar de su agua, entorno y tranquilidad.

Cada cual es libre de quedarse con la historia que prefiera, pero lo cierto es que L’Avellà es hoy uno de los rincones con más encanto de la provincia de Castellón, y hasta allí suben anualmente cada lunes de Pascua en procesión los catinencs, que recorren de forma incondicional estos cuatro kilómetros. Otra fecha señalada es el 8 de septiembre, día de su fiesta, en la que se dan cita en este punto los habitantes de Catí y la contornada.

La historia de Catí nos remonta a las conquistas de Jaime I, momento en el que la población no pasaba de ser una aldea de Morella. Obtuvo su independencia gracias al rey Pedro el Ceremonioso en 1358, aunque hasta el año 1691 no disfrutó del Privilegio de Separación de Morella, otorgado por otro rey como Carlos II.

Dejando a un lado Catí y centrándonos en L’Avellà, recuperamos el año 1554, cuando una pobre ciega se dirigió desde esta población hacia Salvassòria, en término de Morella, para implorar a la patrona de los invidentes, santa Lucía, un milagro para su mal. Cuando ya se encontraba a escasa distancia de la fuente de L’Avellà, la anciana escuchó una voz dulce y aterciopelada. Era la voz de la Virgen, que le pedía se lavara en el agua de dicha fuente. Esta, sin perder el tiempo, metió sus manos en ella, siguiendo aquellas indicaciones divinas. Cuál fue su sorpresa que, pasados unos instantes, quedó curada por completo. La noticia corrió como la pólvora y poco después los lugareños comenzaron a venerar un lugar en el que hoy se levanta el Balneario de L’Avellà. Lo cierto es que desde entonces, el agua de L’Avellà -cuyo manantial bebe de Els Campanarets o Montaña del Túnel-, es conocida a nivel nacional, tanto por sus propiedades como por su leyenda.

El túnel de L’Avellà

Merecería un artículo independiente la creación de los chalets y el túnel construidos en la zona de L’Avellà a partir de 1933. Dicho proyecto incluía horadar un túnel en la zona del Bosc, para así poder atravesar la montaña. El gran promotor de la obra fue el entonces presidente de la Diputación Ferrandis Salvador, que veraneaba en la zona. El pueblo de Catí siempre le estuvo así agradecido porque en los años de posguerra prácticamente toda la población trabajó ahí durante cuatro o cinco años, cobrando un escaso, pero bien recibido jornal 9 pesetas al día. Para hacernos una idea de la ‘fortuna’ del salario, una barra de pan costaba en ese momento 14 pesetas a causa del elevado precio del trigo. Ante la escasez de este producto, las mujeres subían a pie cada día desde Catí una olla para que pudieran alimentarse sus maridos. Y es que ante la escasez de pan, patatas no faltaban… Se cuenta que los catinencs trabajaron duro e incluso tuvieron que emplear algún que otro barril de pólvora para perforar la montaña y crear el túnel.

Más datos sobre Catí y L’Avellà

-La ermita actual fue construida a comienzos del siglo XVIII por mosén Celma, para sustituir a la original, del siglo XVI. Llama la atención el interior, adornado con pinturas del artista Pascual Mespletera. Recientemente restaurada es conocida como la Capilla Sixtina de Catí (imagen inferior).

-En el año 1973 se inauguró la primera embotelladora del agua de L’Avellà en botella de vidrio y en 1981 se procedió a la ampliación de la fábrica debido a la alta demanda del producto.

-En Catí también se puede visitar la iglesia parroquial del siglo XVI, que incluye uno de los más importantes retablos del siglo XV, obra del artista valenciano Jacomart, único cuadro documentado del pintor de cámara de Alfonso el Magnánimo.

-Para llegar desde Castellón hay que tomar la carretera CV-10, en la Pobla coger la CV-15 dirección Albocácer, y una vez cruzadas las poblaciones de Els Ibarsos, Els Rosildos y el ermitorio de Sant Pau, nos desviamos a la CV-128, que nos llevará hasta Catí.

Fuente: Francesc Segura y '50 lugares mágicos de la Comunidad Valenciana', de Jorge Sánchez