Me levanto muy temprano. No he despertado bien. La cabeza me da vueltas y me molesta todo. Voy a la cocina y preparo el desayuno de la familia. Despierto a mi hijo mayor y le pido que me ayude. Le llevamos el café con leche a la cama a mi mujer y luego el Colacao al pequeño. La cosa ha mejorado con rapidez. Creo que he hecho bien poniéndome en pie sin esperar a que el sol me obligara. El día ha estado a punto de irse al carajo antes de empezar, pero hemos salvado el match point.

Poco después, mi esposa prepara el zumo de naranja. Mel de romer! Maravilla maravillosa. Ese zumo es la hostia.

A las 09.00 voy a comprar el pan y el periódico. De camino al quiosco me llega un mensaje de Andrés Martínez. Propone que llame Coronavirus a mi próxima novela. Le digo que se titula La tetera de Russell y que ya está en la editorial, en proceso de maquetación. Se publicará el invierno que viene. Es la nueva historia la que no logro hacer avanzar. La que me tiene loco. No logro pasarla de mi cabeza al papel. Tendría que haber escrito un huevo frito durante la cuarentena, y apenas si he logrado un mal revuelto. En cualquier caso, le agradezco el consejo. Me alegra que lea este diario.

A las 10.00 nos ponemos con los deberes. Mi hijo mayor tiene un examen virtual de matemáticas y una reunión con su profesora. A los maestros del CEIP Bernat Artola habría que darles una medalla. Están haciendo un magnífico trabajo, pese a los escasos medios con los que cuentan. La consejería de Educación promete y promete, pero luego solo nos la mete.

El pequeño empieza con los deberes de Valenciano. Se aburre mucho. Le entiendo. Le ayudamos y pasamos de nivel. Toca Matemáticas. Hoy anda espesito, como el cielo, nublado.

Salgo al balcón y veo que la vida se ha ido del bulevar. Los padres, las madres, los niños, las niñas, los perritos, los perrazos y los triciclos han desAparecido.

Navego por Facebook y observo, estupefacto, cómo algunos políticos que se hacen llamar progresistas, sobre todo del grupito provincial de reconocidos necios e ineptos, intentan relacionar el mal comportamiento de ayer de algunas familias con las caceroladas antigubernamentales. Esto me parece lo más rastrero del mundo. Pretender arrebatar la legitimidad de estas protestas, relacionándolas con algunos padres y madres irresponsables, es repugnante.

Leo en este periódico que 6 de cada 10 municipios de Castellón ya no registran contagios. ¡Bravo! Felicito a sus alcaldes, a sus vecinos, a sus comerciantes y a todos aquellos que lo han hecho posible. Ximo Puig anuncia que la Comunidad Valenciana estará lista para la desescalada en los próximos días. Voy a darle un voto de confianza. Si lo logra, si consigue que salgamos de este pozo negro sin recaer en la enfermedad, sin incidentes que lamentar, con profesionalidad, se lo reconoceré y le aplaudiré.

Veo que Benicàssim presenta el ratio de denuncias más alto de la provincia. ¿Será porque los vecinos somos los más irresponsables de Castellón o será por mero afán recaudatorio? Tengo la mosca detrás de la oreja con este asunto. Veremos cómo evoluciona.

Comemos pasta al huevo con tomate y longanizas.

Por la tarde salgo con mis hijos a dar un paseo de una hora. Ni un minuto más, pero tampoco menos.

Y así pasa un nuevo día sin que haya escrito ni una sola línea de mi nueva novela. ¡Maldito virus!

*Escritor