Nos despertamos a las 08.00. Me cuesta ponerme en pie, arrancar motores y despegar. No puedo. Algo me lo impide. Desayuno con mi mujer, tomamos leche y zumo y después me doy una ducha de agua muy caliente. Ya estoy mejor. Pero necesito un plus. Preparo dos cortados y pongo algo de música. Escojo la banda sonora de la serie Westworld. Empiezo con Space Oddity, de David Bowie, en versión Classic Rock String Quartet y me emociono. Piel de gallina. O gallina en piel, como sea que fuera.

Bajo a mi perrita y regreso al salón. Necesito más música. Selecciono Paint it black, de los Rolling Stones, en mi iPhone. Sincronizo el bluetooth con el altavoz y subo el volumen a tope. Lo flipo y bailo. Bailo solo. Dando ridículos pasitos y chasqueando los dedos mientras mi perrita salta como una loca. Vuelvo a Bowie y escucho Starman, remaster de 2012. Mi mujer me mira y sonríe. A veces necesito este combustible para retomar el vuelo. Lo sabe. No protesta, apenas.

A las 09.35 nos ponemos con los deberes. Mi hijo mayor tiene muy oxidadas las divisiones. Vamos a darle un meneo. El pequeño va sobrado. La web Mestre a casa funciona un ratito. A media mañana se colapsa y cae. ¡Qué vergüenza!

A las 12.00 bajo a comprar el pan y el periódico. A ver qué mentiras nos cuenta el gobierno. Es como un juego. Cada día se superan en desvergüenza e incapacidad. Son los reyes del onanismo dialéctico. Fuentes no oficiales, mucho más fiables que las gubernamentales, sitúan en más de doscientos doce mil los infectados y en más de treinta y cuatro mil los fallecidos por covid-19 en el país. Un drama.

Leo que Adecco Group Institute estima que el paro puede llegar a situarse en el 40% por la crisis del covid-19. Espero y deseo que el centro de estudios se equivoque. No recuerdo otra ocasión en que lo haya deseado tanto. Los datos que no son una estimación, sino que ya son oficiales, son los de la caída de la economía española que se ha hundido un 5,2% en el primer trimestre del año. También leo que el gobierno ha comprado batas a intermediarios de empresas chinas por un precio muy superior al de las batas que se venden en España. ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de este sinsentido? En fin, Serafín, la prensa no me alegra el día, torero, y la canción de Siniestro total carece de sentido.

Antes de comer me llega un e-mail muy interesante. Un conocido y respetado empresario me envía una copia del BOE del 24 de abril. En él se recoge la pasta que el estado aporta a los partidos políticos con representación en el Congreso. Durante el primer trimestre del año el PSOE se ha llevado tres millones y medio, el PP casi tres, Vox algo más de dos, y Podemos junto a IU casi uno y medio. No entro en la pasta gansa que se llevan todos los demás. La cifra final es escandalosa. Y me pregunto… ¿Y si ese dinero se hubiera destinado a la lucha contra el virus en lugar de a mantener los partidos políticos? No sé… Ahí lo dejo.

Comemos sushi de Mercadona. Está bien. Pero no es el de Sushi Lovers, claro. Tras probar el primer nigiri de salmón nos miramos y sonreímos. Mi hijo pequeño me pregunta cuándo abrirá Mónica su restaurante. Le digo que pronto.

Por la tarde los llevo a pasear. Necesitan quemar. Yo también. Más que ellos. Vamos hasta la basílica de Lledó, regresamos a la Consolación y callejeamos. No podemos alejarnos más de un kilómetro de casa, así que la ruta es tortuosa.

Y así pasa un día más sin que haya escrito ni una sola línea de mi nueva novela. ¡Maldito virus!

*Escritor