«Llevamos tres años y medio esperando para ser atendidos en un centro de día». Lo dice Laura, una vecina de Vila-real que habla en nombre de su marido, Juan Antonio. Él no puede, como tampoco puede trabajar ni caminar de forma autosuficiente, tras sufrir un ictus en enero del 2015. «Necesita una persona que esté con él 24 horas», dice.

La demora en la llegada de las ayudas hace que Laura no pueda ni pensar en tener un empleo, y deba dedicarse al 100% al cuidado de Juan Antonio.

La burocracia arrancó un mes después del ictus. Laura empezó la tramitación para que se le reconociera a su marido la calidad de persona dependiente. No fue hasta hace 15 meses -más de dos años después- cuando le llegó la carta de resolución que confirmaba la dependencia severa, de grado II. Y lo peor es que «a día de hoy», Juan Antonio todavía no ha recibido el dinero correspondiente. Denuncian, además, que los Servicios Sociales de Vila-real «no están ayudando en nada».