Playa de la Concha de Orpesa. Once de la mañana y 30 grados a la sombra. La arena está abarrotada de turistas y en primera línea no cabe un alfiler. Hay niños haciendo castillos en la arena, padres fotografiando el momento y abuelos paseando por la orilla. Hace un sol de justicia y aunque casi todo el mundo está de vacaciones, Emilio Tramoyeres lleva ya cinco horas trabajando en la arena. Este operario de mantenimiento se encarga de que cuando llegan los bañistas todo funcione a la perfección: duchas, lavapiés, pasarelas… «Entre cuatro compañeros nos encargamos del mantenimientos de Platgetes, la Concha, Morro de Gos, Les Amplàries y todas las calas. En total, 12 kilómetros de costa», explica mientras atornilla un trozo de madera de la pasarela de la playa.

Este oropesino al que no le hace falta tumbarse al sol para lucir bronceado, lleva tres años consecutivos trabajando en el mantenimiento de las playas. «Empezamos a primera hora de la mañana, a las seis, y cuando todo el mundo baja a la playa ya lo tenemos prácticamente todo listo», apunta. Su jornada laboral acaba a las 14.00 horas aunque 12 kilómetros de playa son muchos y a menudo surgen urgencias por la tarde. «Nos pueden llamar en cualquier momento y hacemos turnos entre los compañeros».

Al igual que Emilio, decenas de profesionales trabajan cada verano en la arena del litoral de la provincia. Son los currantes de la playa. Un grupo muy heterogéneo vinculado a sectores que dependen directamente del turismo: hostelería, salvamento marítimo, ocio… Muchos de ellos son estudiantes que aprovechan los meses de verano para sacarse un dinero extra. Otros son autónomos que llevan más de media vida alquilando hamacas y patinetes a los turistas. Algunos harán su agosto. Otros, no tanto. Y a todos les une la playa, la artífice del milagro turístico que cada verano tiene lugar en Castellón y que tantas y tantas alegrías da a la economía de la provincia.

«Esto le va a venir de maravilla», le dice Sandra Martí a su clienta, una turista ya jubilada que se ha levantado con un fuerte dolor en las piernas. Sandra es quiromasajista y en verano traslada su negocio a primera línea de la playa. «Estoy encantada. Me surgió la posibilidad de trabajar aquí y no me arrepiento en absoluto. Me gusta mi trabajo, soy feliz con lo que tengo y creo que eso lo transmito a mis clientes», cuenta. Cobra 15 euros por quince minutos de masaje. Y entre sus clientes hay de todo: «Unos vienen a relajarse y otros por alguna contusión. Todos los días son diferentes», describe mientras explica que, con este empleo, las vacaciones van a tener que esperar. «Esto es una ocupación temporal. Las vacaciones las tendré en septiembre y ya tengo reservado un viaje de diez días a Taiwán», cuenta.

Pendientes del teléfono

Sandra se pasa el día haciendo masajes y Esther Pastor y Juan José Carballido viven pendientes del walkie-talkie. Ella es enfermera, él técnico de emergencias sanitarias y los dos trabajan en la playa Morro de Gos de Orpesa. Desde allí cubren y coordinan todas las emergencias del litoral de un municipio que en verano sobrepasa los 100.000 habitantes. «De momento el verano está siendo tranquilo. Curamos algunas picaduras de peces araña o medusas y poco más. Ojalá sigamos así», aseguran los dos. Pero con tanta gente en la playa, hay poco tiempo para aburrirse. En cualquier momento saltarán las alarmas y tendrán que salir a toda velocidad para atender una emergencia, desde bajadas de tensión a síncopes o infartos. «Esta profesión tiene que ser cien por cien vocacional. Lo peor es que tu trabajo está expuesto a mucha gente», explican. ¿Y lo mejor de todo? «El agradecimiento de las personas a las que ayudas ante una emergencia. Las hay que nos traen bombones».

Esther y Juan José se encargan de atender las emergencias sanitarias en Orpesa y Pablo Beltrán trabaja como socorrista en la playa del Torreón de Benicàssim. En invierno estudia INEF en València y en verano intenta ganar un dinero con el que pagar parte de sus estudios. «También soy patrón y, si hay que hacer un rescate, salgo con la moto acuática», cuenta este joven de Castelló de 24 años que reconoce que trabajar de socorrista es duro. «Claro que esta ocupación también tiene sus ventajas, como el hecho de no estar encerrado todo el día en una oficina. Aquí estamos al aire libre, en contacto permanente con los bañistas», dice.

La que tampoco para quieta un momento es Lucía Colomina, coordinadora del campamento de verano Azahar, en Orpesa. Todas las mañanas, Lucía y otros dos monitores acompañan a los alumnos de entre ocho y 16 años de la escuela hasta la playa de la Concha. «Hacemos todo tipo de actividades, desde juegos de pelota a actividades en la arena y hablamos mucho en inglés, ya que uno de nuestros monitores es nativo», describe Lucía, que es también docente de Infantil y Primaria. Por la tarde, las actividades del campamento se desarrollan en la escuela de vela del Club Náutico de Orpesa.

Un trabajo intensivo

Quien tampoco va a tener vacaciones este verano es José Carlos Guerola. Dirige un puesto de alquiler de hamacas y patinetes en la playa del torreón de Benicàssim y lleva casi veinte años haciendo lo mismo. «No es un negocio sencillo porque es tremendamente intensivo. Solo hay trabajo durante cuatro meses y, para que los números salgan, hay que echarle muchas horas», dice.

Miguel Ángel Lozano es otro de los veteranos. Está al frente de otro puesto de hamacas y patinetes en Orpesa y conoce a la perfección este sector. «Empecé hace 32 años. Estuve muchísimos años en Benicàssim y, desde hace dos, trabajo la playa de la Concha», explica mientras asegura que «antes había más turismo».

Menos años que José Carlos y Miguel Ángel lleva Estela Gómez trabajando a pie de playa. Directora del chiringuito Solé Rototom Beach, en la playa del Gurugú de Castelló, Estela empezó hace cuatro temporadas en un local cuyas señas de identidad son la música, la diversidad, la vida saludable, el respeto al medio ambiente, la inserción laboral, el cuidado y las actividades inclusivas. «Aquí hay muy buen rollo y lo mejor que tenemos son nuestros clientes», confiesa. Los clientes son un plus y también lo es entorno. «Vemos a diario el atardecer y eso es un lujo».

Juan José y Esther (emergencias sanitarias)

Miguel Á. Lozano (Alquiler de hamacas)

Emilio Tramoyeres (Mantenimiento)

Estela Gómez (Directora de Chiringuito)

Sandra Martí (Quiromasajista)

Pablo Beltrán (Patrón y socorrista)

Lucía Colomina (Coordinadora de campamento)

José Carlos Guerola (Alquiler de patinetes)