En el festival del pasodoble taurino que ofrece cada año desde 1995 nuestra Banda Municipal --por fin ya de esmoquin para las solemnidades--, con la participación activa y entusiasta del Club Taurino, ese más que excelente director que es Paco Signes ha venido ofreciendo a los taurómacos las obras más representativas del género, como Pan y toros, El gato montés, España cañí... pero junto a los Barbieri o Marquina aparece también una amplia nómina de compositores castellonenses de esta época: Desiderio y Perfecto Artola, Bernabé Sanchis, Rafael Roca, Pepe Falomir, Alberto Marzá, Enrique Martínez, Eduardo Calatayud, Paco Andreu, José Pla, Pilar Escrig, Juan Manuel Peris y alguno más. Y hago subir hoy hasta la superficie de nuestros días a Vicente Portolés que, desde el primer momento, deslumbró con su Morenito de Valencia, cuyo eco ha llegado con el tiempo a varias plazas de postín.

Una de las charangas habituales de las fiestas de la Magdalena --o las de fallas en Valencia, Burriana, Benicarló...--, junto al ya habitual Paquito el chocolatero, suele interpretar una popularísima melodía, con ritmo de marcha festiva, de la que los artistas callejeros tienen la pauta musical en las pinzas metálicas de sus instrumentos de viento, pero en cuyas copias pautadas no figura ni el título de Morenito ni el nombre de su autor, Vicente Portolés. Pero su música alegra y mueve el cuerpo de todos, achaquientos incluídos.

Todo ello vuelve una y otra vez a la memoria que se asoma al ordenador o a la olivetti compañera. Hasta que hace unos días, en el recinto ferial del libro, ese inteligente, avispado y singular personaje que es Armando Portolés, desde su atalaya de relaciones públicas de Afanías me abordó:

--"Oye Salvador, te leemos los domingos, pero ¿cuándo sacas a mi tío?"

--¿Tu tío?

--"Sí, el músico Vicente Portolés, hermano de Vicente PortolésAbel.

Una ráfaga brutal de imágenes vividas volvieron a situarme en la memoria de otro tiempo. Las obras de Portolés como Parque de Ribalta, Mar Mediterráneo y otras, nos impulsaron al niño compositor Paquito Andreu y a mí en los años finales de la década de los cincuenta a crear aquellos pasodobles dedicados a José Luis Ramírez, Rodríguez Caro y Zabalza y el muy querido bolero de Fuente de la Plaza Mayor, que tanto se interpretó y se bailó en la época. Lo cierto es que en esta página de los domingos van apareciendo seres humanos de diferente dimensión vital, aunque siempre de gran calado ciudadano, con los que de alguna manera he tenido la suerte de coincidir en algún momento de la vida, de modo personal o a través de sus sueños y los míos. Y aquí está hoy el tío de Armando Portolés.

LA VIDA

Nació en Les Useres el 7 de noviembre de 1918. Familia con seis hermanos, Damiana y Manuel los mayores, Vicente y Abel los intermedios y Carmen y Paco los pequeños.

La primera estampa que me llega de Vicente es la de intérprete de la caixeta y el tabalet, acompañando en su música de fiesta a uno de los dol§ainers de Tales, Vicente Montoliu, que había tocado varias veces para Alfonso XIII.

Cuando estudiaba en Castellón con el maestro Vicente Asencio, en la delegación del Conservatorio, sobrevino la guerra civil y tuvo la suerte de efectuar su servicio militar en la banda de música del ejército. A los 20 años recibió el encargo de reconstruir la Banda Militar de San Sebastián, con 45 músicos, la mayoría valencianos también en periodo castrense. Terminada la contienda, regresó a Castellón convertido en gran pianista, excelente intérprete de varios instrumentos y avispado director. Es lógico su ingreso de inmediato en la Banda Municipal que dirigía por entonces el maestro Eduardo Felip. El instrumento de Portolés fue el trombón de pistones. Y muy pronto apareció la Orquesta Portolés, con Vicente al piano al tiempo que hacía exhibiciones con el trombón de varas. Con el tiempo, la orquesta se convirtió en Conjunto Portolés, titular de La Pérgola, el Savoy y todas las plazas mayores de los pueblos de la provincia en fiestas. Y allí estuvieron siempre sus hermanos Abel y Paquito, así como Pepe Planas, Ramón García, Pedro Villanueva, Pepe Falomir, Manolo Mir, José Salas, Ramón Folch y el joven Jaime Palacios, unos con mayor presencia en el grupo que otros.

El 29 de noviembre de 1946 contrajo matrimonio en la Iglesia de la Sagrada Familia con Josefina Canales Llansola. Y al hogar del barrio de San Félix llegaron también seis hijos, Fina Carmen, Tico, María Damiana, Juan Carlos, José Luis y Alexis. La mayor, Fina Carmen, popularísima cantante, vocalista del conjunto, falleció en accidente de automóvil en 1977. Fue una conmoción para todos.

Y mientras tanto, en esos años cincuenta, sesenta y setenta, cientos de composiciones: ¿Me permite este swing?, Las locuras del jazz, Club Copacabana, No puedo esperar más, Mi novia bonita, Gitana de ojos negros, ¡Que viene el tiburón!, Amanecer, El Maestrazgo... y sus editoriales Dinámica y Portolés para imprimir y repartir su música por España.

Y el 30 de agosto de 1982, en las fiestas del Cristo de Alcora, el estreno de su última obra, Gracia española, por la banda municipal alcorina dirigida por el propio Vicente Portolés que, entre la emoción general, caía fulminado y falleció de inmediato. Precisamente en Alcora, la ciudad que tanto amó, a la que había entregado su cariño y su obra, fue también donde depositó su cuerpo, ya sin vida.