El cambio se ha estado cocinando desde hace varias décadas y ya es incontestable: cada vez hay más personas que viven solas. En todo el mundo, los hogares unipersonales se han disparado en los últimos 15 años y en Castellón la tendencia no es diferente. Si hoy llama al timbre, en una de cada cuatro viviendas de la provincia le contestará una sola persona. Todo un récord y subiendo. En el año 2001, los hogares unipersonales ascendían en Castellón a 37.392, el 20% del total. En 2012 la cifra subió a los 52.480 y año pasado acabó con 58.900, el 25,5%, según las cifras que acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Aunque muchas personas viven una soledad no deseada y otras, aunque quieren una vida independiente, no se la pueden permitir, los sociólogos aseguran que el aumento de los solitarios es, en general, una tendencia nacida de la elección, no de las circunstancias. La mayoría de los que viven solos quieren y pueden hacerlo y esa elección está ya lejos de los estigmas que hasta hace poco tiempo han colgado a las personas enviudadas, las desafortunadas en el amor, las almas místicas, las raras o incluso las sospechosas de esconder quién sabe si una doble vida.

De las casi 60.000 personas que viven solas en Castellón, un 40% tiene más de 65 años (23.500 en números absolutos) y, de ellas, 17.100 son mujeres. Y detrás de este fenómeno está el incremento de la esperanza de vida, que en la provincia ya se sitúa por encima de los 82 años. «Cerca de la mitad de los hogares unipersonales están compuestos por personas de la tercera edad, normalmente por una circunstancia forzosa de viudedad. Como los hijos, si los hay, de la persona que se queda sola son mayores y ya tienen su propio hogar, no conviven con su padre o madre viudo», apunta Ghislaine Marande Perrin, profesora de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universitat Jaume I (UJI).

Vivir solo y estarlo no es lo mismo. Marande insiste en que el hecho de que muchas personas mayores vivan solas no quiere decir que experimenten aislamiento. «La mayoría son mujeres, no sólo porque su esperanza de vida es mayor que la de los hombres y, por tanto, enviudan en mayor proporción, sino porque, en general, son más autónomas. El grueso de las mujeres mayores entienden más que los hombres sobre todo lo que tiene que ver con la supervivencia independiente. Muchas viven solas por decisión propia, manteniendo relaciones con sus familias, a las que, además, prestan ayuda» argumenta la experta de la Jaume I.

Aunque buena parte de las personas que viven solas en Castellón son viudas y viudos, los hogares unipersonales se han diversificado y en los últimos años se han multiplicado los formados por solteros y, sobre todo, por divorciados. «Entre la gente más joven la decisión de quedarse soltero y sin hijos es hoy en día aceptada con cierta naturalidad por la sociedad, cuando en épocas recientes era todavía una situación estigmatizante, especialmente para las mujeres», defiende Alfredo Alfageme Chao, profesor de Sociología de la UJI que, al igual que Ghislaine Marande, es también profesor del Máster en Intervención y Mediación Familiar.

SOLOS TRAS EL DIVORCIO

Solteros, viudos y también divorciados. 10.300 personas que viven solas en Castellón están separadas o divorciadas, 1.500 más que hace tres años. «La casos de divorcio han ido en aumento desde hace cuatro décadas. La pareja sin hijos que se divorcia forma entonces dos hogares unipersonales, aunque con el tiempo cada uno tiende a recomponer otra familia», añade Alfageme. Cuando hay hijos, en general uno de los dos adultos forma un hogar pluripersonal con los hijos (algo que también va al alza) mientras que el otro miembros de la pareja forma un hogar unipersonal, aunque también aquí, después de cierto tiempo, un alto porcentaje vuelve a encontrar pareja y formar familias reconstituidas.