Son un clásico en los bares. Su sonido, intencionado, y sus luces de colores forman parte del decorado de la inmensa mayoría de los locales de hostelería de Castellón. De los de toda la vida y de los de nueva apertura. De los del centro de la ciudad y de los de la periferia. Y para muchos de sus clientes siguen teniendo su encanto. ¿Quién no ha cogido alguna vez las vueltas del café o la caña y ha tentado la suerte? Lo llamativo es que su presencia va cada año a más. Las máquinas recreativas tipo B, las tragaperras, están resistiendo al auge imparable de los juegos on line y de las apuestas, hasta el punto de que en la provincia no han dejado de crecer en los últimos dos años. Un alza que coincide, además, con la última propuesta de Unides Podem, uno de los socios del Botànic, y que la pasada semana apostó por eliminar las tragaperras de los bares en un plazo de diez años, limitando su instalación solo en los establecimientos dedicados específicamente a ellas.

Pese a que la cifra de máquinas tragaperras operativas en Castellón descendió entre el 2008 y el 2016 (hace 12 años llegaron a contabilizarse 3.561), su número ha vuelto a aumentar. En la provincia, y según el último Informe Anual del Juego de la Comunitat Valenciana, se contabilizan 2.886, un centenar más que en un año antes. ¿La clave? La apertura de nuevos bares y, sobre todo, de nuevos salones y locales específicos de apuestas. Un dato. Desde el 2017 este último tipo de establecimientos se han disparado un 33% en la provincia, hasta los 41. Y a más locales, más máquinas recreativas. «Hay una tendencia al aumento de máquinas ubicadas en salones y bingos, en los que además instalan terminales multipuesto», explican desde la patronal del Consejo Empresarial del Juego (Cejuego).

El bar sigue siendo clave para el sector del juego privado. De hecho, casi el 90% de las 2.886 trapagerras con las que cuenta Castellón (2.549 en números absolutos) están en locales de hostelería, mientras que otras 337 se ubican en salones de juegos y salas de bingo. Y un apunte más. En el último año, la administración valenciana (el juego presencial es competencia de las comunidades autónomas) ingresó 77,8 millones de euros en concepto de tasas de máquinas recreativas, de los que casi nueve millones se recaudaron en la provincia.

INGRESOS PARA LA HOSTELERÍA // Pero, ¿cómo funciona este sector? En la empresa Azar de la Plana, que lleva desde la década de los ochenta dispensando tragaperras, explican que si el propietario de un bar quiere instalar uno de estos aparatos en su local solo tiene que ponerse en contacto con alguna compañía distribuidora. «La empresa se encarga de todo. De dar de alta la máquina, de instalarla y de pagar los impuestos», dicen en la compañía.

Pedro (pide que no se publique su apellido) lleva más de 30 años al frente de una pequeña empresa de Castellón dedicada a la distribución de estas máquinas. «Trabajamos sobre todo con bares y, de media, cada local suele tener un par », explica este autónomo, quien asegura también que este tipo de juego suele estar asociado con un cliente más maduro. «Las tragaperras funcionan mucho mejor en los locales que están en los barrios que en los del centro», puntualiza.

Para el bar, la máquina no supone ningún gasto. «Al contrario. Todo son beneficios. Por lo general, una vez a la semana pasamos a recoger la recaudación y del total, el 50% se lo queda el propietario del local y el otro 50% nosotros, aunque en la Comunitat Valenciana por cada máquina pagamos una tasa de 3.600 euros anuales», explica Pedro, y asegura que hay establecimientos de la provincia que sacan entre 300 y 400 euros al mes. «Con este dinero muchos tienen para pagar las facturas o el alquiler», añade.

Desde la Asociación de Empresarios de Máquinas Recreativas de la Comunidad (Andemar) también insisten en que el sector del juego, además de generar miles de empleos estables y pagar cada vez más impuestos, «ayuda a los establecimientos hoteleros a completar sus ingresos».