Ser alcalde de tu ciudad debe de ser algo grande. Imponente. Prestigioso y muy exigente. El alcalde es quien, en situaciones de crisis, debe dar el do de pecho y tirar para adelante. Especialmente cuando hay que arreglar las meteduras de pata de algún concejal. Y eso es precisamente lo que Amparo Marco ha hecho con la crisis de las serenatas de mayo.

El domingo pasado escribí un artículo al respecto muy duro. Uno de los más duros que recuerdo. Y lo hice desde el corazón y desde las entrañas. Como deben escribirse los artículos de opinión más comprometidos.

Las serenatas de mayo son algo muy querido en esta ciudad y pelearé como gato panza arriba contra quien pretenda acabar con ellas. Por acción, por omisión, por desconocimiento o por simple torpeza.

Y en ese orden de cosas, saber que Amparo Marco, como alcaldesa, no ha dejado de trabajar hasta dar con una fórmula que permita que las serenatas puedan seguir celebrándose cada sábado, desde la medianoche hasta el alba, me ha llenado de satisfacción.

El pasado viernes 13, Amparo Marco le dijo a la concejala de Fiestas, con contundencia y en Junta de Gobierno, que Castellón debía seguir siendo una ciudad de rondallas. Asumió su rol sin miedo y puso fin a las torpezas y los errores mediáticos de su equipo. Actuó como alcaldesa, y lo hizo bien porque supo estar a la altura. H