Mañana día 28, se cumplirán 605 años de la efemérides celebrada en la ciudad aragonesa de Caspe, donde nueve compromisarios elegidos por los reinos de Aragón y Valencia y el Principado de Cataluña, decretaron la adjudicación del trono, vacante a la muerte sin sucesión de Martin el Humano, a Fernando de Antequera quien entroniza en Aragón la castellana dinastía del bastardo Enrique de Trastámara, quien había sido el penúltimo señor de Castellón. El Compromiso de Caspe, que puso fin a una guerra fratricida en la Corona de Aragón, tuvo intríngulis políticos de importante calado, pues las coronas de Aragón y Castilla se unificaban bajo el mismo apellido, lo cual iba a tener inmediatas consecuencias de integración territorial.

Castellón, empecinada en su lealtad al conde de Urgell, principal rival del castellano, en principio no aceptó el veredicto de Caspe y se negó a reconocer al rey Trastámara, dejando de solemnizar localmente su coronación, pero, finalmente, a primeros de julio de 1412, claudicó reuniéndose sus jurados con los de Almazora, para firmar un armisticio y devolverse los prisioneros que habían capturado durante las hostilidades. Es más, Castellón, a fin de ganarse el perdón del nuevo monarca, le entregó, el 25 de noviembre de 1413, la importante suma de 600 florines para ayudarle en la guerra contra Jaime de Urgell.

El 13 de diciembre de 1414, Fernando I el Justo entraba triunfalmente en la capital con su esposa Leonor de Alburquerque, bajo palio, recibiendo una acogida solemne, que el Consell había preparado con gran celo. A rey muerto, rey puesto.

*Cronista oficial de Castellón