Esta semana pasada, entre las conferencias y actos culturales de nuestra ciudad, asistí a una densa exposición sobre la espiritualidad. Así, sin más. El conferenciante, hombre docto y conocedor del tema, abordó la cuestión con expresiva sinceridad. El asunto no parecía estar muy de actualidad en un mundo caracterizado por el materialismo, el hedonismo, el presentismo y tantos «ísmos» como se pronuncian cada día. Era un aldabonazo a nuestra intimidad, una llamada al repliegue interior. Toda una lección magistral para cuidar y mimar nuestro interior más íntimo, valga la redundancia. En una hora el conferenciante nos trasladó a aquella zona olvidada de nuestro ser. Y nos hizo recordar que, como suele decirse, uno no es un cuerpo físico con experiencias espirituales, sino un ser espiritual dentro de un cuerpo físico. Una dimensión que parece escasamente cultivada en nuestro tiempo. Tal vez buena parte de la humanidad diría que ese tema «no mola» en la actualidad. El materialismo reinante parece invadir toda la vida para sofocar aquella dimensión vital. Porque nos olvidamos, eso, sí, de que no es más rico aquel que tiene todo lo que quiere, sino aquel que quiere todo lo que tiene… aunque sea poco.

Alcanzar la paz personal es cuidar y mimar nuestra interioridad para proyectarla al exterior. El reto de alcanzarla merece la pena.

*Profesor