O sea, el exjefe del Estado Mayor de la Defensa, la máxima autoridad militar de España tras el Rey, se llama Julio Rodríguez. Nombrado bajo la presidencia de Zapatero a propuesta de Carmen Chacón. Reconvertido a político sin éxito. No lo eligen nunca, ni antes por Zaragoza ni ahora por Almería de cunero. Se presenta por Podemos, partido con una ideología que parece incompatible con un militar de alto rango, pero ya se sabe que la política hace extraños compañeros de cama. En este caso el mutante es el exgeneral que reniega de las ideas y creencias que decía tener para ascender en el escalafón, defendía la OTAN, la unidad de España y al Rey. Hoy ya no. Legalmente no podría, ya que los militares tienen el deber de ser políticamente neutrales, le da igual. Aunque lo que de verdad no le debe gustar es la democracia, conserva cierto ordeno y mando. Todos los que no le han apoyado, particularmente los votantes del PP y del PSOE “no creen en la ética”, palabras literales de este iluminado que cree tener la posesión de la verdad y se irroga el derecho a insultar a los que no piensan como él. Menos mal que ya no tiene las armas de su parte, solo la palabra de la que está bastante escaso, como de honor. Ahora es antimilitarista, antes ya debía serlo porque nunca fue a ninguna misión de guerra en el exterior, lo suyo siempre fueron los despachos. Le parece deprimente y peligroso que no le apoyen cuando el peligro, lo representa él y de la depresión ni hablamos. Da solo de pensar que este tipo controlaba los arsenales españoles. Que miedo. H