Ayer leí en este diario que los concejales Rafael Simó y Enric Nomdedéu por fin han logrado desbloquear el absurdo problema de licencias de la obra del Hospital Provincial de Castellón.

Una edificación que ya debía estar terminada y que, sin embargo, todavía no ha empezado. Diferentes administraciones y sus complejos y absurdos procedimientos han emponzoñado y retrasado, no sé si maliciosamente, el inicio de una obra que resulta clave para los ciudadanos de Castellón.

Y así ha sido hasta que un par de políticos sin miedo a ensuciarse las manos han puesto los puntos sobre las íes, se han arremangado y han sacado el ternero llamado Licencia de la grotesca panza de una vaca preñada llamada Burocracia.

Olé por Nomdedéu, pues ha trabajado de manera incansable con los funcionarios municipales, a veces tan dados a no mover un dedo por temor a equivocarse, o lo que es peor, a que el político de turno les enmiende la plana. Enric es valiente. Lo conozco bien. Y en este tema ha dado el do de pecho.

Olé por Simó, que ha puesto toda la carne en el asador. Ha demostrado tener la voluntad política que tanto hemos echado en falta en otros concejales, tanto del anterior equipo de gobierno como del suyo propio, y nos ha enseñado que él sí que se toma en serio esto de gestionar por y para el bien de todos los ciudadanos.