En nuestra vida docente hemos empleado muchas veces el llamado problema de los 9 puntos, un enigmático problema que utilizamos en programas de formación y desarrollo de la creatividad. Aparte de útil, divertido.

Más de un lector lo conocerá: unir mediante cuatro líneas rectas nueve puntos. Al principio --y también al final-- resulta difícil. La razón, muy sencilla: abordamos la solución desde una perspectiva basada en nuestra experiencia y sometida a nuestra percepción del mundo. Formación, cultura, tradición, conocimientos, etc. conforman nuestro pensamiento y con este bagaje intentamos resolver los problemas de la vida, la nuestra y la de los demás. Son los esquemas rígidos del pensamiento con todos sus prejuicios u opiniones preconcebidas.

A veces, demasiadas veces, nos imponemos limitaciones que no existen en una situación dada. Las soluciones cuando parece que no existan se encuentran en otro camino, que no es el habitual. Solo cuando salimos de nuestro particular marco de referencia, damos con la solución. Juzgamos según nuestras referencias personales, muy loables, por otra parte, pero olvidamos que otros caminos pueden ser tan respetables y útiles como los nuestros. Abrir horizontes y juzgar con justicia y equidad, sin renunciar a lo propio, pero valorando y respetando, en su caso, también lo ajeno.

*Profesor