La feria de resplandecientes y coloristas atracciones mecánicas, puestos de golosinas y juguetes… sigue ejerciendo una enorme fascinación entre los pequeños. Es sabido que el origen de esta feria lúdica está en los espectáculos y juegos que amenizaban las concentraciones comerciales del medievo. La de Todos los Santos, que ahora se celebra en nuestra ciudad, tiene siete siglos de antigüedad, pues ya estaba arraigada en el siglo XIV.

Un texto de 1312 del Llibre del mustaçaf, establecía la ordenación de los puestos de vendedores cuyo establecimiento se ubicaba en las plazas de la Hierba y Mayor. El comercio de ganados se efectuaba en el siglo XIII en el área del cruce entre las actuales calle Colón y Enmedio y en la centuria siguiente en la intersección de las calles de Colón y la Avenida del Rey Don Jaime, frente a una puerta de la muralla, que con razón recibía el nombre de la Fira. Este emplazamiento fue autorizado por el rey Jaime II en 1306. Hay documentos del siglo XIV en los que el mustaçaf, o encargado de la misma, pregunta a los miembros del consell sobre el lugar en donde creían conveniente celebrarla. Pero no se piense que se trataba de una gran concentración, con mercaderes procedentes de lejanas demarcaciones. La feria en estos lares suponía reuniones de vendedores procedentes de un hinterland no superior a los 30 ó 40 km.

Concluidas las gestiones, comenzaban las funciones para proveer el divertimento y, quizá, el inicio o la terminación de una transacción. Era el momento de los espectáculos, del juego, la música, la danza y hasta el desahogo de toda índole.

*Cronista oficial de Castellón