Desde hace ya 20 años, el cántabro Nacho Gutiérrez Castellanos acude de Loredo (Santander), donde reside, hasta la localidad de Vinaròs. Desde pequeño, lo hacía normalmente con sus padres, que acuden a la capital del Baix Maestrat a pasar las vacaciones en verano. Años después, lo hace con su mujer y sus hijos, con quienes acude al chalet que tienen sus tíos en la costa sur de la ciudad.

Durante estas dos décadas, lo había hecho siempre en coche o en tren. Sin embargo, a Nacho hacía tiempo que le rondaba por la cabeza realizar el recorrido en bicicleta. Este verano se marcó el reto y ha recorrido sobre dos ruedas todo el trayecto.

Para ello, lo primero que hizo fue estudiar al detalle el recorrido y, posteriormente, adquirir una bicicleta técnica adecuada para terminarlo en las mejores condiciones, además de armarse de valor.

Salió solo desde Fontibre (Reinosa), la cuna del río Ebro, en la provincia santanderina, con su BTT y siguió toda la conocida ruta G-R-99, un trayecto senderístico popular por ser el camino natural del río más caudaloso de España, que pasa por las comunidades autónomas de Cantabria, Castilla y León, País Vasco, La Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña. El trayecto, que consta de 42 etapas, llega al término de Tortosa, para coincidir también con el camino de Santiago del Ebro.

La distancia recorrida fue de casi 1.000 kilómetros y la completó en seis días de viaje, con cinco pernoctaciones siempre en albergues de la misma carretera. En un principio, las montañas cántabras fueron las que le ofrecieron cierta dificultad, ya que tenía que escalarlas con el peso que llevaba en las alforjas de avituallamiento de la bici, pero luego el camino resultó bastante más llano y más sencillo de recorrer.

MUCHO CALOR // El calor fue sin duda su peor enemigo, y recalca que siempre iba en solitario, pues en esta época del año la gente, tanto los ciclistas como los caminantes, no suelen frecuentar tanto estos parajes, a pesar de ser rutas bastante conocidas y disfrutadas por los senderistas.

Llegado a Vinaròs, le esperaban con impaciencia su esposa, y también sus hijos, con los que terminó de pasar el resto del periodo vacacional. Todos juntos en el marítimo chalet en Cala Puntal, ubicado en la zona turística sur. Fue el momento de disfrutar al máximo de la costa vinarocense, de sus playas, su gastronomía, la familia y sus amistades. La vuelta a su casa en Santander será, eso sí, en vehículo y con toda la familia al completo a bordo. H