Eisenhower Vidal se ha hecho muy popular en la zona norte de Vila-real, sobre todo en la calle Monestir de Poblet, donde vive. La semana pasada, en pleno confinamiento, y después de que la crisis del coronavirus obligara a la suspensión de las actuaciones que tenía programadas en la Magdalena o en las Fallas de València, este disc jockey nacido en Colombia y afincado desde hace cinco años en la localidad (tras haber residido también en Onda y Castelló) decidió conectar sus altavoces y, durante una hora, hacer bailar a sus vecinos en sus respectivos domicilios a la vez que rompía la monotonía de los primeros días de obligada reclusión.

“El jueves pasado por la tarde, aprovechando que era el Día del Padre, le dije a mi mujer: Chiquilla, hagamos un poco de bulla Conecté los altavoces y probé. Yo no quería molestar, así que solo estuve un rato, porque era mejor que la gente se quedara con ganas de más”.

Y, efectivamente, sacó a la gente a las ventanas, terrazas y balcones de los alrededores durante cuatro días. “Yo me lo paso pipa, a mí me da mucha vidilla; si no, al final nos pasamos todo el rato tirados en el sofá”.

¿POR QUÉ NO SIGUE?

Después del éxito, los habitantes de la calle Monestir de Poblet se han quedado esperando más, pero el silencio ha reinado desde el domingo. Todo tiene su explicación. En medio de un panorama en el que han proliferado los ERTEs (ya hay más de 10.000 trabajadores de la provincial afectados), él es de los pocos que, esta semana, ha vuelto al tajo. Lo cual da pie a que explique su historia.

“Yo casi siempre he trabajado en la cerámica, aunque lo compaginaba con la música. Como llegó a irme bien, al final enfermé: había días que acababa a las 3.30 de la mañana y a las cinco ya estaba rumbo a la fábrica”, comenta. Habló con su esposa y optó por dedicarse por entero a su gran pasión, hasta que la crisis del covid-19 se llevó por delante sus planes. “Tenía actuaciones cerradas para Magdalena y Fallas; a partir de abril empezaban las comuniones, luego las bodas...”, comenta. Así que contactó con su antiguo jefe en Marazzi y esta semana volvía a la fábrica en turno de tarde, de ahí que haya aparcado sus shows. Que no suspendido. “El jueves tengo libre, así que volveré”, avisa.

LA CONTRIBUCIÓN

Olga, su mujer, también ha visto alterado su rutina en estas semanas. Propietaria de un negocio de retoques de ropa, ha tenido que centrar su actividad en otros colectivos, aportando su granito de arena a los que luchan en primera línea contra el virus, ya sea arreglando uniformes de la Policia Local de Vila-real, con encargos de los trabajadores que siguen al pie del cañón en Mercadona.

Las suyas, las de Eisenhower y Olga, son pequeñas grandes historias que arrojan luz en el sombrío panorama del coronavirus.