Aveces el fútbol premia no solo el talento sino también las buenas intenciones. En una categoría, la sub-21, en la que son numerosas las selecciones que apuestan por la superioridad física para inclinar los duelos de su lado, España compareció en el Europeo de Italia con una propuesta nítidamente basada en el balón. Debutó hace 15 días con un tropiezo ante la selección anfitriona y, lejos de amilanarse, redobló el envite: ante el revés inicial, más juego, más calidad. La aventura terminó de la mejor manera posible en la final celebrada anoche en el estadio Friuli de Údine: con una sufrida victoria frente al muy respetable equipo alemán (2-1), que brinda a España su quinta corona continental en la categoría. Solo Italia tiene tantas como la Rojita.

Fiel a la idea que le ha dado a este equipo sus mejores minutos en este Europeo, Luis de la Fuente prescindió del delantero centro y juntó en el último tercio de campo a sus futbolistas más brillantes sin atarlos a posiciones fijas. El dinamismo de Ceballos, Fabián, Olmo, Fornals y Oyarzabal, sustentado en un aplicado ejercicio de presión y recuperación de todo el equipo, planteó a los alemanes un problema que su defensa tardó algo más de un cuarto de hora en empezar a descifrar. Para entonces, España ya llevaba un gol de ventaja.

Lo marcó Fabián y, como todos los suyos en esta competición, fue un golazo. Inexplicablemente libre de marcaje, la joven perla del Nápoles (elegido mejor jugador del torneo) recogió un balón en la zona ancha y antes de llegar al balcón del área soltó un misil con su pierna izquierda que se coló a la derecha del meta Nubel. Era el inicio que cualquiera hubiese firmado para afrontar el choque con más tranquilidad.

Alemania busca rehacerse / El aplastante dominio español empezó a ceder en el minuto 15. El cuadro germano, apremiado por el marcador, dio un paso adelante y obligó a los jugadores de la Rojita a arremangarse y ponerse a remar, labor en la que brilló el españolista Marc Roca y en la que, en cambio, estuvo a punto de ahogarse Jesús Vallejo, a quien el árbitro serbio Jovanovic perdonó la expulsión en una entrada bastante alevosa sobre el peligrosísimo Waldschmidt que se quedó en amarilla. Menos mal porque hubiese sido un duro golpe.

INTIMIDANTE REANUDACIÓN / Si el último tramo de la primera mitad fue poco tranquilizador, el inicio de la segunda fue directamente intimidante. Tanto apretaban los alemanes que De la Fuente no esperó ni al minuto 60 para retirar a Oyarzabal y reforzar el centro del campo con Carlos Soler. El cambio dejó a Dani Olmo en la posición de falso nueve, un movimiento que a la postre resultó providencial, por cuanto fue el delantero criado en La Masia, hoy en el Dinamo de Zagreb, el encargado de llevar el 2 al marcador al recoger un rechace del meta alemán Nubel, a tiro de Fabián, y superarlo con un toque sutil.

El tanto dejó tocados a los alemanes, que aun así no desistieron en su empeño. En el esfuerzo dejaron abierta atrás una puerta por la que se colaron los delanteros españoles, pero entre el cansancio, el infortunio y las malas decisiones, el tercer gol no acabó de llegar. Ello condenó a la Rojita a vivir cinco minutos finales de puro sufrimiento después de que la cabeza de Vallejo desviara a la red de Sivera un lejano zapatazo de Amiri. Y tras la agonía, el éxtasis llegó al césped. Pitido final y título para la Rojita. El futuro del fútbol europeo es español.