El efecto espejo de los grandes debates sobre las rotaciones de Zidane en el Real Madrid que se meten en el subconsciente gracias al bombardeo de los medios de comunicación también alcanza al modus operandi del fútbol más modesto. Frank Castelló se ha unido a la controversia sobre la conveniencia o no de efectuar tantos cambios en el once inicial del CD Castellón de una jornada a otra. La alineación del partido contra el CD Almazora, con hasta siete variaciones respecto al equipo que jugó en Paterna con 80 horas de margen para el descanso y cuando solo han transcurrido cuatro jornadas de Liga en el Grupo VI de Tercera División, ha suscitado un cierto malestar entre el aficionado tras la inesperada derrota ante el conjunto almazorense, que cuenta con el presupuesto más bajo del grupo.

CONTINUOS CAMBIOS

La cuestión es que Frank Castelló no solo no ha repetido el once de partida en ningún encuentro de los disputados hasta la fecha, sino que tampoco ha logrado que el aficionado sepa ni el estilo ni la manera de jugar de los albinegros, y mucho menos que pueda recitar de memoria la formación base como en los buenos tiempos del CD Castellón tanto en Segunda como en Primera División.

Defensa de tres, defensa de cuatro, un punta o dos, o la ausencia de un organizador específico como Jordi Marenyà alimentan el debate alrededor de la figura del técnico de Boicarent cuando solo han transcurrido cuatro jornadas. La sensación de que los jugadores necesitan biodramina ante el mareo que supone tanto cambio en el estilo y en las alineaciones. El gran reto de Castelló es poner en marcha la potente maquinaria que han puesto a sus órdenes, con casi 10.000 abonados a la espalda y la urgencia de vencer, y convencer, cada semana.

CANDIDATO NÚMERO 1

El entrenador boicarentí tiene que asumir que él es el Zidane de la categoría —no por las rotaciones—; y el Castellón el Real Madrid, tanto por su potencial social como por todo lo que significa históricamente el conjunto albinegro.

Rotaciones sí, rotaciones no… he ahí el dilema, aunque lo único que le interesa a la afición albinegra es que su equipo ofrezca una buena imagen sobre el campo y esté en lo más alto de la clasificación en una temporada en la que lo único que vale es el ascenso a Segunda B, el último peldaño para regresar al fútbol profesional, donde debe estar el club y una afición fiel que profesa culto devoto a una religión llamada CD Castellón.

Encontrar un once tipo y una idea de juego debe ser el gran reto inmediato que tiene ante sí Frank Castelló, quien también debe adaptarse al rol que le corresponde tanto a él como al equipo que dirige. El equipo albinegro no puede ni debe permitirse muchos más tropiezos.