El Villarreal se contagió del embrujo del campeón. En una tarde plácida, repleta de homenajes y en la que el ambiente parecía ser más de un amistoso de verano que otra cosa, el conjunto de Calleja salió escaldado del Camp Nou ante un Barça que finiquitó por la vía rápida en la primera mitad gracias a un nuevo recital de la leyenda viva del conjunto azulgrana, Iniesta. Una derrota que escuece más por la apatía mostrada por el conjunto amarillo en el primer acto, en el que parecía que la cosa no iba con él. Este KO retrasa la certificación matemática para la próxima edición de la Europa League.

Perder en el Camp Nou está dentro de la lógica, pero no de la forma en la que lo hicieron los amarillos, que solo despertaron en la segunda mitad… cuando el Barça decidió que ya no quería jugar más. La puesta en escena del Submarino fue decepcionante. Calleja apostó por el 4-2-3-1 que tan buen resultado le había dado en las últimas jornadas. La teoría pasaba por conservar el balón con la dupla Trigueros-Rodrigo, y abrir a bandas para desarbolar al Barcelona con Cheryshev y Castillejo, mientras que Bacca era la referencia en ataque, con Fornals de enganche. Sobre el papel, la idea era la correcta, pero nadie contaba con la poca intensidad con la que arrancó el choque el Submarino. Los amarillos se contagiaron de un Camp Nou que registró poco más de media entrada y no se emplearon con la concentración que requiere medirse a uno de los mejores del mundo.

Y muy pronto vieron que el Barça no estaba para homenajes. Avisó Dembélé con un par de internadas por la derecha… y a la tercera llegó el gol. Solo habían transcurrido 10 minutos, y su centro-chut fue dejado en bandeja, tras despeje fallido, por Asenjo a Coutinho, que solo la tuvo que empujar (1-0). El tanto dejó atónito a un Villarreal que tuvo un atisbo de reacción con una acción en la que Fornals remató dentro del área y Cillessen mandó a córner. Fue en el minuto 13, y hasta casi el descanso los amarillos no volvieron a merodear el área culé.

FUERA DE JUEGO / Desde el cuarto de hora al descanso el partido fue un monólogo culé, con Andrés Iniesta como director de orquesta. Justo en ese minuto 15 llegó el segundo tanto azulgrana, otra obra de arte, con pase de Iniesta a Digne y pase de la muerte al francés para que Paulinho batiera sin oposición a Asenjo. El gol no tendría que haber subido al marcador, ya que en el pase del manchego al lateral galo del Barça había fuera de juego… De haberse señalado el partido igual no se hubiera roto tan pronto. Pero el 2-0 puso muy cuesta arriba el encuentro para los groguets, que quisieron mantener las posesiones largas, pero el esférico no pasaba del campo visitante, con Trigueros y Rodri bastante espesos.

El Villarreal no encontraba su fútbol, su hábitat, el juego por bandas que tan buen resultado le ha dado. Tan solo Castillejo y alguna escaramuza de Mario pusieron en cierto peligro a los culés, que dieron la estocada final al encuentro en el minuto previo al descanso, cuando Iniesta hizo volar el balón de forma sutil con su guante, por encima de Álvaro y Víctor Ruiz, para que Messi llegara en carrera y destrozara el marco de Asenjo sin dejar caer el esférico al suelo.

SIESTA ‘CULÉ’ CON GOLEADA / La segunda mitad tuvo dos fases bien diferenciadas. Nada más volver del rectángulo de juego, el Barcelona pareció decir adiós al partido. Los futbolistas azulgrana sucumbieron en su mundo y el Submarino lo aprovechó para asomar un poco la cabeza.

Mientras el Barça sesteaba, los groguets sacaron el colmillo. Recortaron distancias en el minuto 54, con un gol de Sansone —entró tras el descanso por Cheryshev—de rebote a tiro de Fornals. Un 3-1 que parecía espolear a los amarillos, que aprovecharon que Valverde retiró a Iniesta (gran ovación que le dedicó el Camp Nou) y Sergio Busquets para intentar ponerle picante al partido. Pero Bacca, con varias acciones, Pablo Fornals y Samu Castillejo no estuvieron acertados a la hora de ver portería.

Calleja había dado entrada a Javi Fuego tras el tanto del Submarino y añadió más pólvora con la entrada de Ünal, pero la de anoche no era la velada del Villarreal. ¿Por qué? Porque a Messi se le ocurrió volver a despertar, ya con su amigo Luis Suárez en el rectángulo de juego. De hecho, en el último cuarto de hora tanto el argentino como el uruguayo, Dembélé y Coutinho volvieron a convertir el ataque azulgrana en un auténtico rondo, ante desesperación amarilla.

Los últimos minutos, ya con el equipo de Calleja con la bandera blanca levantada, sirvieron para resucitar a Dembélé, que ayer demostró ser un gran jugador: anotó el 4-1 tras la genial jugada de Rakitic en el minuto 87 y se marcó un eslalon desde el centro del campo para romper a la zaga grogueta y batir de vaselina a Asenjo, dejando el duelo en una goleada (5-1) que escuece. El Villarreal tendrá que mejorar en intensidad en las dos últimas jornadas que restan de aquí a final de Liga para atar el pasaporte a la Europa League, a poder ser como quintos ó sextos y ahorrarse así dos rondas previas en pleno verano.