El gol es lo que vende. En un once, los ojos se nos van directamente a los jugadores de ataque, los que deciden partidos con su acierto cara a la puerta contraria. Lo que, en ocasiones, desvirtúa la importancia del resto de integrantes en un once. Este verano, en el Castellón, el albinegrismo espera la mejora en sus prestaciones de David Cubillas, que Jairo Cárcaba se ponga por fin como un toro, atiende al desenlace de la partida de póquer con el Racing por el posible regreso de César Díaz, hace cábalas sobre si al final vendrán dos delanteros más... Y tal vez olvida a Héctor Verdés, un jugador top para la defensa.

Los futboleros lo conocerán. No solo porque es un jugador de la terreta, sino porque pasó por la cantera del Valencia y también militó en el Barcelona B, antes de hacer carrera en Segunda A de la mano de equipos de la talla de Xerez, Elche, Alcorcón, Oviedo y Rayo Majadahonda, todos ellos protagonistas en la categoría a excepción de los madrileños, que bajaron al término de la campaña en la que debutaban.

Un futbolista cuyas últimas nueve temporadas han sido en el segundo escalafón del fútbol nacional, de ahí que atesora partidos y horas de vuelo: 210 encuentros y la friolera de más de 16.500 minutos. Sin duda alguna, experiencia a raudales, que complementa con otras 66 apariciones más en Segunda B para cerca de 22.000 en su carrera profesional.

Es de esos jugadores que llegan sin hacer ruido, pero que cumplen como el que más. Ha caído de pie en el vestuario, un tanto rejuvenecido este verano entre tanta entrada y salida. Su compromiso y entrega, desde el primer día, desmienten el tópico de que un jugador de su calibre y bagaje (35 cumplidos hace menos de dos meses), baja de división para algo así como un retiro dorado, pues procede de Villar del Arzobispo, no demasiado lejos de la Serra Calderona, el parque natural a caballo entre las provincias de Castellón y Valencia.

VA AL LÍMITE // Verdés permite a Óscar Cano esa doble opción de cerrar con cuatro defensas o apostar por tres centrales. El pasado miércoles, contra el Mestalla, ya se erigió en el jefe de la retaguardia, escoltado a derechas por Paco Regalón y a izquierdas por Eneko Satrústegui. Un jugador, además, de los de rompe y rasga. Un «central de los de antes», de los que va «al límite del reglamento», ha declarado en sus primeras semanas como orellut.