La principal tarea de Fran Escribá deber ser quitarle a sus pupilos esa presión psicológica que atenaza su juego y merma sus virtudes, motivada por una previa de Champions que en lugar de un premio ganado a pulso, parece haberse convertido en un calvario. Ese es el principal problema, junto a las numerosas lesiones que lastran al equipo. A medida que se ha ido acercando el día D del 17 de agosto, los problemas han ido apilándose en el vestuario del Villarreal. Al listado de bajas (el último, Jonathan), se ha unido al relevo técnico sin que el nuevo entrenador tenga apenas tiempo para coger el pulso a su nuevo plantel, la falta de acoplamiento de los nuevos y en algún caso (como el de Pato), su trabajo para adquirir la puesta a punto necesaria para competir. El partido de Leganés (3-2), ante tanto inconveniente, distó mucho de ser un ensayo para medirse al Mónaco, por las molestias físicas, además, de algunos futbolistas.

El Villarreal es un equipo en fase de rodaje, como muchos de su mismo nivel a estas alturas de la pretemporada, pero que se la juega a las primeras de cambio, cuando no ha dado comienzo ni la Liga. El principal enemigo es la ansiedad que se autoalimenta a medida que se aproxima el día D. Las sensaciones no son malas, pero lo cierto es que evaluar negativamente los defectos que se ven con tantos problemas a la espalda forma parte de este estado nervioso preChampions.

Lo positivo es que se crearon bastantes ocasiones, así como las excelentes vibraciones de Soriano y la velocidad de Sansone. Lo negativo, los fallos garrafales en la definición y la falta de tensión defensiva en tres jugadas, con opción de remate claro para los puntas del Leganés, una de ellas culminada con absoluta tranquilidad por Víctor Díaz a la red.

Escribá hizo encaje de bolillos. Mario se reubicó de central con Víctor Ruiz (no podrá jugar el miércoles), con las bandas para Rukavina y José Ángel (Andrés bajo palos). N’Diaye formó tándem con Rodri en la medular. El senegalés, curiosamente, anduvo algo perdido, dejando la responsabilidad al canterano, escoltados por Soriano y Castillejo. Pato y Sansone, en ataque. Pero ni existen motivos para la relajación ni tampoco para el pesimismo.

JUVENTUD // El nuevo técnico dio descanso a cinco jugadores en la reanudación, dando entrada a los canteranos Cantalapiedra y Mario González, junto a Bonera, Barbosa y Jokic. Fue el joven punta quien le dio fuerza al ataque. Suyo fue el 1-1, pero lo más importante fue su pelea constante.

Cuando el Villarreal había tomado el mando, un fallo garrafal de Rodri desencadenó el 2-1. Los amarillos, menos tensionados por los nervios, empezaron a mover el balón con tranquilidad. El dominio fue ya absoluto del Submarino. Una buena acción de Mario concluyó en penalti al joven punta, que anotó Sansone. El árbitro sacó del partido a los amarillos al señalar otro penalti inexistente que Szymanowsky transformó en el 3-2 definitivo.

El trabajo de Escribá, de aquí al miércoles, estriba más en lo psicológico que en lo deportivo. H