El Villarreal sigue pasito a pasito, aunque algunos como el dado ante el Rayo Vallecano parecen de gigante. Y cada vez está más cerca de la curación definitiva, aunque todavía presenta algún pequeño síntoma como los nervios del inicio del partido. Pero lo más importante del Villarreal ayer fue cómo supo reponerse del mazazo que supuso el gol de Mario Suárez, pero sobre todo, la personalidad que demostró y el carácter ganador que ha vuelto a exhibir este grupo de jugadores en una situación tan adversa como la que se presentó ante un rival directo. Por primera vez esta temporada se han ganado dos partidos seguidos en LaLiga, que serían cuatro si se suman las dos victorias ante el Zenit en los octavos de Europa League.

La reacción del Villarreal con Calleja al frente ha sido prodigiosa. Y no era nada fácil porque se estaba con el agua por encima del cuello a cinco puntos de la zona de salvación y ahora se está cuatro por encima. Además, se han ido recuperando jugadores importantes para la causa como Gerard Moreno, quien volvió a ver puerta nuevamente. El Villarreal es de Primera y quiere seguir siendo de Primera.

Y eso que el partido comenzó con mal pie. Nada que ver con el equipo pujante y dominador del jueves ante el Zenit. Parecía como si el Villarreal se hubiera dejado en el almacén la camiseta de la Europa League y los utilleros tuvieran que haber ido deprisa y corriendo a buscarlas con urgencia para que sus jugadores se las volvieran a poner en la segunda parte. El Submarino saltó al campo sin la tranquilidad, inspiración y fiabilidad de Europa. Volvía la Liga, regresaba a la competición doméstica en La Cerámica y todo parecía distinto. Nervios, concatenación de errores en el pase, inseguridad atrás y el balón quemaba, excepto a Cazorla, el único capaz de asumir la presión.

TITUBEANTE INICIO / Al Villarreal le volvió a afectar la responsabilidad de jugar una final, aunque iniciara el partido con todo a favor, sabiendo que el triunfo abría distancias con el descenso. Ninguno de esos factores transmitió esa paz y tranquilidad necesaria. Y no era una cuestión de actitud, sino de aptitud, de adaptarse a la presión, ese virus que se ha metido en la mente de los jugadores.

Calleja introdujo una pequeña variación en el sistema táctico. Mantuvo la defensa de cinco, pero situó un solo punta --Ekambi-- y ubicó por detrás dos mediapuntas --Iborra y Samu--, escoltados por Cazorla y Morlanes. La idea era potenciar el juego entre líneas con la velocidad del nigeriano y la llegada de Iborra. El concepto era bueno, la aplicación del mismo no. Y para colmo, a los 15 minutos Jaume Costa, que volvió a jugar como carrilero derecho, se tuvo que retirar del campo por lesión muscular.

El Villarreal no se encontraba cómodo en el campo. Imprecisiones y errores continuos en el pase, acompañados de una falta de conexión entre líneas, además de titubeos en defensas. Y en un saque de esquina, el Rayo se adelantó en un remate de cabeza de Mario Suárez, solo y aprovechando el despiste en su marcaje de Morlanes. Un córner mal defendido y nuevamente tocaba remontar.

REACCIÓN / El equipo de Calleja tardó media hora en quitarse la empanada mental que llevaba encima. El último cuarto de hora echó mano de coraje y encerró en su campo a su rival con Cazorla al mando. El corazón suplía la falta de precisión y la lucidez. Eso sí, los amarillos fueron decididamente a buscar el empate y le metieron una marcha más al juego. El Rayo empezaba a flaquear, pero mantuvo su ventaja hasta el descanso.

El Villarreal regresó de la caseta encorajinado, rabioso y con una ambición y actitud que invitaban al optimismo. Y como en el Ciutat de València tuvo dos minutos de inspiración que desactivaron y dejaron tocado al Rayo. El pararrayos se llama Toko-Ekambi. El camerunés definió perfectamente en ambas acciones. La primera, tras una jugada eléctrica de Chukweze, con la suerte y la colaboración del central Gálvez, cuyo rechace fue una asistencia que dejó al delantero en boca de gol para firmar el 1-1. El segundo, que destapó la euforia en La Cerámica, llegó con una gran asistencia de Iborra y una mejor ejecución de Ekambi. El diseño originario del partido que no había funcionado en 45 minutos dio sus frutos en 120 segundos. Los dos mediapuntas fabricaron los goles del ariete camerunés.

la sentencia / El Villarreal pasó como un huracán por encima del Rayo. Los amarillos se marcharon como un tiro a por el 3-1. Morlanes compartió la batuta de juego con Cazorla, y le dejó un pase magistral a Gerard Moreno, quien definió como siempre lo ha hecho, con frialdad, precisión y olfato de goleador, escondiendo el balón en el palo largo en la salida del guardameta del Rayo.

locura en la cerámica / «El Villarreal es de Primera» era el grito del fondo de animación del gol norte. Todos los malos farios quedaban enterrados. Remontada de corazón en una segunda parte de pasión y sentimiento. El Villarreal continúa subido en una ola gigante para escaparse de la zona donde nunca debía haber caído. Pero ha sabido levantarse y eso es lo realmente importante. El Villarreal ha recortado nueve puntos desde la llegada de la era II de Javi Calleja... y serán más.

LUNES

18 DE MARZO DEL 2019

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