Si las principales calles de Barcelona y otras ciudades catalanas abrieron para seguir vendiendo y comprando, aunque sea en el modo de baja intensidad, ¿por qué no lo iba a hacer la bolsa de valores? Lo hizo, claro, porque es un mercado globalizado que apenas respeta días festivos. La actividad, los miles de millones que compran y venden, fue mínima en los corros españoles. A lo sumo, se intentó coger la senda de Wall Street, donde se decide la tendencia real de todos los mercados. Allí se impuso, desde primera hora de la tarde, la tendencia por la incertidumbre que aún persiste sobre el resultado de las elecciones en EEUU del martes. Así, el Ibex 35 perdió un 1,12% y se quedó en los 9.040 puntos.