Cincuenta años sobre los escenarios y nunca ha estado en Castellón. El actor Josep Maria Pou se enfrenta esta noche (20.30 horas) en el Teatro Principal al «gran reto» de ponerse en la piel del capitán Ahab en la nueva versión de Moby Dick, en la que comparte tablas con Oscar Kapoya y Jacob Torres, dentro de la programación del Institut Valencià de Cultura.

-¿Nunca ha estado en Castellón?

--No. Estaba haciendo memoria y no recuerdo ni haber actuado ni haber estado nunca, quizás sea la única capital de provincia. Y entono el mea culpa, de verdad. Tengo muchas ganas, en el Principal, tan precioso, y más con esta obra, que es un reto personal.

--¿Un reto personal por lo difícil del personaje, por lo intenso?

--El capitán Ahab es un personaje a la altura de un rey Lear o Edipo, intenso, oscuro, que lleva su obsesión por la ballena blanca hasta los límites de la locura, arrastrando de esta forma a todo el que le acompaña. Esta obra es como un réquiem, un oratorio al capitán, porque desde el minuto uno el público y él saben que va a morir, por venganza a Moby Dick, que se llevó su pierna. Llega a creer que la ballena es la encarnación de todos los males, y él el salvador de toda la humanidad, y así camina a la autodestrucción. Quiere que la ballena lo mate porque, quizás, no es capaz de hacerlo él mismo.

--Suena mucho a las noticias del día a día...

--No quiero dar nombres (ríe), pero se podría trasladar a aquellos líderes que, por sus intereses, llevan a las personas, a su propio país, a situaciones límites.

--¿Cómo se condensa esa historia en poco más de una hora?

--Ha sido un trabajo de muchos meses, con el director, Andrés Lima. Son 80 minutos de teatro puro, en los que el público participa y el propio Ahab es el narrador y protagonista. Se crea un ambiente de tiniebla, propio de un barco en alta mar que persigue a un imposible. El Principal será una caja mágica en la que todo puede pasar, con proyecciones, imágenes, sonido y luces que lo propician. No deja indiferente. Impacta.

--¿Y la ballena?

--Está presente. Si el público se lo propone, la ve. No quiero hacer spoilers, pero ya lo dice Ahab: «Sin imaginación no podréis acompañarme en este viaje».

--Asumo que no es una obra teatral de aventuras en el mar...

--Para nada. Esa es la concepción que tenemos de Moby Dick, pero Melville creo una gran obra, shakespeariana y clásica, de 900 páginas, sobre una obsesión, profunda. Y Ahab es el catalizador.