Beatriz Luengo (Madrid, 1982) vivió un antes y un después de la serie musical Un paso adelante, que se emitió entre el 2002 y el 2005 en Antena 3, y que la lanzó a la fama como actriz, bailarina y cantante con el grupo surgido a raíz de la serie UPA Dance. Sin embargo, siempre ha sabido reinventarse. Tras instalarse hace más de una década en Miami con su marido, Yotuel Romero, sigue sacando discos y ha escrito canciones para Jennifer Lopez, Shakira, Chayanne o Ricky Martin. Ahora entra en la literatura con El despertar de las musas, en el que rescata la historia de mujeres silenciadas por los hombres, desde María Magdalena y Gala a Mileva Maric, matemática y primera esposa de Einstein.

-¿Qué le llevó a escribir un libro?

-Era un proceso natural de evolución a partir de la composición. Una canción es una historia de tres minutos donde tienes que colocar cuatro estribillos que se repiten y te queda muy poco espacio. Para una canción tienes miles de libretas con ideas. Sentarme en papel con libertad de tiempo y espacio fue una liberación de ideas que quería contar.

-¿Es un libro feminista?

-Es un libro de personas que no aceptaron un no por respuesta, que lucharon contra lo que se les había negado por su género y la injusticia de los roles.

-¿Cree que de lo que habla en el libro, mujeres cuyo talento ha estado ensombrecido y silenciado por hombres, sigue vigente o es algo del pasado ?

-El pasado era tremendo: hasta hace menos de un siglo las mujeres no podían ir a la universidad, abrir cuentas de banco, trabajar, votar, ser consideradas por el derecho de autor… eran artistas pero solo podían ser musas, sin ningún reconocimiento. La palabra musa fue una trampa, se debían sentir halagadas por serlo cuando en realidad era un reconocimiento a su aporte desde lo romántico y no desde lo económico ni el derecho creativo.

-Sin embargo, también incluye la historia de un hombre, Carlos Acosta. ¿Por qué?

SEnDPorque a partir de Carlos Acosta explico el machismo que afecta directamente al hombre. El hecho de cumplir con el rol de la masculinidad impuesto por la sociedad hace que ser bailarín de ballet, como él, sea todavía hoy un ataque para los niños, como si se les considerase menos hombres por realizar una actividad más común en las mujeres. Y es una moneda con dos caras tristísimas porque también usa lo femenino como un insulto.

-En este libro usted también se desnuda por dentro. Habla de que el prejuicio la ayudó a ser fuerte. ¿Qué tipo de prejuicios?

-Empezando por los míos propios, me subestimaba bastante. Venía del teatro y la televisión me asustaba por el hecho de que luego me costase más ser actriz en otros campos. Hacer tele me dificultó mucho los cástings después. Ahora ha cambiado: hacer una serie y ser popular te puede ayudar a que te tengan en cuenta. Al final lo importante es hacer bien tu trabajo, sin importar el medio del que vengas.

-¿Todo el reguetón es machista? Usted dice en el libro: «El reguetón nos intenta convencer de que el feminismo consiste en que tu deseo sexual supremo sea dar placer al hombre».

-Para nada, yo escribo música urbana y me encanta. En esa frase sacada de contexto puede parecer que digo eso, pero está dentro de una explicación irónica sobre otra cosa. El reguetón es un ritmo maravilloso donde la referencia a la sexualidad es constante, así que entonces tiende a tener muy presente el tema de los roles.

-En el capítulo dedicado a María Magdalena dice: «Si hubieras sido tú la del taparrabos te hubieran cerrado la cuenta de Instagram». ¿Una indirecta por la foto censurada con su marido?

-¡Puede ser! (ríe) Aunque yo nunca enseñé nada, pero todavía me resulta curiosa esa persecución al pecho femenino y no al masculino. Me gustaría que me lo explicasen. No me imagino caminar por el Vaticano observando el arte de las paredes y los pechos femeninos pixelados.