Llega hoy a la librerías, de la mano de Alianza Editorial, el libro de memorias de Woody Allen. Son 400 páginas de las que se ha hablado mucho, y que Hachette no se atrevió a publicar en Estados Unidos -lo hizo otra editorial el pasado marzo- por las numerosas críticas recibidas. La figura de Allen ha estado todos estos años y sigue en entredicho después de que su hija Dylan denunció que había abusado de ella. Él lo niega de nuevo en el texto, critica a su ex Mia Farrow, y añade: «Me es indiferente que la gente me recuerde como cineasta o como pedófilo»

En A propósito de nada, el cineasta de Brooklyn, de 84 años, recoge también algunas anécdotas relacionadas con su paso y sus rodajes en España. Dedica varias páginas a Oviedo y en especial lo que supuso la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Artes en el 2002, que en principio le traía sin cuidado.

«Mi familia conoce a la reina (Sofía), también al príncipe de España (Felipe), quien posteriormente vendría a cenar a nuestra casa de Nueva York. Estoy fuera de mi elemento. Hay coches delante de nuestra casa en la noventa y dos y el servicio secreto está examinando el sótano, el techo, el jardín», cuenta Allen sobre esa visita. Y justifica el registro con un: «Después de todo, el príncipe, quien posteriormente será rey de España, viene a cenar», recuerda, para luego retomar su narración de la estancia en Oviedo como consecuencia del premio.

Allen admite reconocer que «jamás había oído hablar» de Oviedo antes de la llamada para recoger el Premio y su idea era la de «pasar» de este galardón como había hecho un poco antes con el premio a su trayectoria en los Globos de Oro. «No tenía la menor intención de ir hasta allí y por favor dejadme en paz que estoy viendo el partido», relata. «De pronto, me llama el distribuidor de nuestra película en España con un ataque de pánico. No puedo rechazar ese premio. Es el más importante de España, es enorme en toda Europa. Lo entregan el príncipe y la reina. Es como el Nobel para ellos», recuerda Allen, al tiempo que cree estar ante «un error administrativo».

La imagen con la que se quedó Allen de Oviedo --el verano pasado estuvo rodando en San Sebastián-- fue la de «una ciudad pequeña de clima londinense que es una delicia».

También recuerda el verano que pasó en España filmando Vicky Cristina Barcelona, en la que participaron Penélope Cruz y Javier Bardem. «Qué grupo de actores. Penélope, además de ser todo un talento es uno de los seres humanos más sexis de la faz de la tierra, y reunirla con Scarlett Johansson hizo que el valor erótico de cada una de ellas se cuadruplicara», señala, y añade que el Oscar de Cruz por esta película fue «merecidísimo». Allen también explica con humor su batalla por la calificación de la película a raíz de una escena de sexo entre las dos actrices. «Queríamos que la película tuviera una calificación R (que indica que los menores de 17 años deben acudir al cine acompañados de un adulto), pero sólo nos asignaron la de Guía Parental (algunos contenidos pueden no ser apropiados para niños)», ironiza.

Allen dedica varias páginas a lo que considera una campaña «injusta y asquerosa» sobre él, la misma que ha hecho que Hollywood le diera la espalda. Y además de Scarlett Johansson, Alec Baldwin y Diane Keaton, resalta el apoyo de Bardem. «También Javier fue muy directo y expresó su furia por lo que denominó un linchamiento público».