A lo largo del tiempo, nuestra ciudad ha tenido ocasión de acoger a una serie de seres humanos venidos de otras tierras que, con su actitud entre nosotros, con su actividad o con su gestos públicos, han venido a engrosar la ya larga lista de personas a las que se considera como representantes de alguna de nuestras formas de ser.

No me creo con autoridad suficiente como para catalogar al ser humano que hoy nos ocupa, ni siquiera para vincularlo en una actitud social ciudadana, ya que Chencho, en sus documentos de identidad Crescencio López del Pozo, nacido en La Rioja, es un torrente de actividades, a las que ha imprimido siempre su singular personalidad.

Hace un tiempo, a través de la ventana entrañable que suponía Televisión de Castellón nos miró Chencho a todos con su eterna sonrisa que alargaba más su diminuto bigotito, con la que yo me atrevería a señalar como sonrisa sonora, ya que la empleaba tanto para asentir ante una afirmación de su interlocutor como para subrayar una frase propia, a las que acompañaba con unos sonidos guturales muy participales.

Creo recordar que la presencia de Chencho en la televisión local la provocó Miquel Soler con motivo de la fiesta futbolística benéfica que se celebró en Almassora y en la que el genial locutor tuvo una participación destacada, pues su presencia siempre lo era. Y al presentar a Chencho, Miquel Soler tuvo una frase afortunadísima, con la que me quedo: «La voz de Chencho pertenece ya a Castellón, nos pertenece a todos nosotros…» ¡Qué gran verdad y qué frase más hermosa!

Recuerdo que jubilado primero de su profesión castrense, militar, por razones de edad y, posteriormente, de su gran actividad radiofónica en la emisora, sufrió en su madurez vital, en Madrid, una delicadísima intervención quirúrgica de la que tardó en reponerse y por la que tuvo ocasión de sentir en su corazón y en su epidermis el cariño de los ciudadanos de Castellón, hombres, mujeres y todos los niños de modo especial. Bueno, de muchos de ellos al menos. Yo, por ejemplo, todavía recuerdo esa atención periodística, que tantos y tantos años estoy tardando en devolverle y que me gustaría envolverla en el más fuerte de los abrazos sinceros.

A estas altura, no pretendo escribir la biografía de Chencho, cuando en realidad es conocida por todos los castellonenses.

LA VIDA

Todos recordamos que Chencho vino a Castellón con el aluvión de jóvenes de la guerra civil, y se incorporó a la vida ciudadana desde los micrófonos de Radio Castellón, de la Cadena Ser, y supo, además , ser desde su profesión primaria, un militar que irradiaba servicio permanente, no solamente a la Patria, sino también la vida social, deportiva, festiva y cultural de Castellón, la ciudad que lo acogió.

Siempre recuerdo su presencia en muchas tertulias y actos culturales en los que coincidí con él, en el Casino Antiguo de modo especial, así como en otros variados lugares y escenarios donde era siempre un personaje muy apreciado.

Su voz era algo imprescindible siempre. Su voz.

Quiero destacar el hecho de que Chencho, como amigo, como consejero, como periodista radiofónico, fue tantas y tantas veces necesario para mí.

En lo personal, su boda con Dorita Barquero Segura. Sus hijos, al igual que sus cónyuges, sus nietos, sus biznietos, rezuman el nombre de Castellón por todos sus poros. El fallecimiento de su esposa, produjo en Chencho y su familia una gran conmoción, como es natural.

En lo profesional, en el periodismo radiofónico, especialmente desde el deporte aunque no solamente desde esa faceta, la voz de Chencho era la voz de Castellón en España a través de muchísimos programas de la cadena Ser. Su voz y su arrolladora personalidad eran capaces de silenciar y paralizar otras actividades, al tener que centrarse todos en los que decía Chencho sobre éste o aquel tema, fuera el que fuese.

Su vida profesional está llena de anécdotas, que es lo que más se recuerda, pero también de importantísimos servicios de todo tipo, que es lo que en verdad tendrán que valorar algún día sus biógrafos.

Al ir recordando los capítulos de mi vida, no los puedo encuadernar sin la presencia de Chencho. Mis propios años de actividad radiofónica en su misma emisora, aunque no profesional si variada y profunda en muchos momentos, estuvieron siempre bajo, junto y al calor de la presencia del popular Chencho. Como amigo, como consejero, como periodista radiofónico, como locutor inimitable…

Gracias por todo ello, Chencho, por tu amor a todos nosotros y , sobre todo, por tu voz.