Caracas vibró otra vez. Dos ríos humanos fluyeron en paralelo por sus avenidas principales. Uno, bautizado 'Toma de Caracas', para pedir la realización este año del referendo revocatorio de Nicolás Maduro. Otro, para respaldar a un presidente que no se ha cansado de anunciar que es blanco de una conjura como la que ha sufrido en Brasil Dilma Rousseff. Por fortuna, ambas manifestaciones terminaron sin graves incidentes.

La opositora y antichavista Mesa de Unidad Democrática (MUD) se ha adjudicado la victoria política de la jornada. La coalición anunció nuevas protestas las próximas semanas hasta garantizar sus objetivos. La MUD asegura que nunca se ha juntado tanta gente en la capital venezolana y que esa fuerza irá creciendo para convertirse en determinante para la realización de la consulta. “Lo que hoy ha ocurrido en Venezuela no tiene precedentes. Esto es una épica ciudadana”, dijo Jesús Chuo Torrealba, el portavoz de la coalición que controla el Congreso.

“Nos tienen miedo, lo sabemos”, aseguró el presidente de la Asamblea Nacional (AN), Henry Ramos Allup. Por su parte, Henrique Capriles, otra figura central de la oposición, destacó el carácter pacífico de la manifestación. “Si lucho por una salida democrática y pacífica, el método para exigirlo no puede ser violento. Cualquier acción de esa naturaleza le hace un favor al Gobierno”.

BANDA DE ZOMBIS

Maduro ha minimizado su impacto. “Banda de zombis, dirigentes fallidos, han fracasado una vez más. Han retado al pueblo y Caracas se hizo roja, rojita. Pero todavía hay emboscadas de los criminales fascistas. Voy con la mano de hierro que medio Chávez. Estoydispuesto a todo por defender la patria”, aseguró frente a la multitud que se reunió en la avenida Bolívar. Según el presidente, los servicios de inteligencia desactivaron un golpe. “Capturamos paramilitares colombianos, a pocos metros de Miraflores, y a miembros de la derecha con explosivos”. Maduro insistió en que un sector opositor quería embestir contra el mismo Palacio de Miraflores. El opositor Torrealba lo corrigió con sorna: “cuando vayamos a Miraflores será para quedarnos”.

El desencanto con la crisis económica, que el Gobierno atribuye a una guerra empresarial, los efectos de la escasez y la inflación, socavan las bases del chavismo. Las encuestas aseguran que un 70% de los venezolanos apoyarían la salida de Maduro mediante el voto. El chavismo descree de esos sondeos y se propone redoblar su maquinaria publicitaria para demostrar que se está en el mejor de los mundos: en medio de la movilización, el Gobierno entregó 500 viviendas.

MADURO CONTRA RAMOS ALLUP

Sobre el mapa de la ciudad se puso en escena el abismo político, cultural y emocional que separa a la sociedad. “Y va a caer, este Gobierno va a caer”, se cantó en las procesiones de la MUD por los siete circuitos que marcharon sus adherentes. Todos convergieron en las avenidas Río de Janeiro, Libertador y Francisco de Miranda. Mery Da Costa, de 99 años de edad, salió de su casa convencida de que todo cambiará antes de que llegue al siglo de vida. A pocos kilómetros de donde caminaba bajo los aplausos, los chavistas llevaban otro tipo de consignas y carteles: “Venezuela no es Brasil”, “Le decimos a la paz, sí a la vida, pero no somos pendejos”.

“No estamos llamando a bombardear. Ni siquiera tenemos fuegos artificiales”, dijo Ramos Allup. Maduro lo ha erigido al diputado socialdemócrata en su principal enemigo. “Odia a los negros, los indios, a los obreros”, dijo. Durante su mitin, el presidente anunció que demandará a Ramos Allup en tribunales venezolanos e internacionales. Pero a la vez, Maduro puso a consideración del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), un proyecto para levantarle la inmunidad parlamentaria a los principales líderes de la oposición.

Ramos Allup no perdió la oportunidad de responderle a su antagonista. “No sé cómo sería eso (levantar la inmunidad parlamentaria), pero cualquier extravío es posible”. No descartó que el presidente invoque el estado de emergencia para eso. A Maduro le recomendó lo siguiente: “Se tiene que serenar, se tiene que equilibrar, porque él, aun cuando no se haya convencido de eso, es el presidente”.

LA PARTIDA DE ZAPATERO

El expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero abandonó Caracas apenas horas antes de que el chavismo y la MUD ocuparan el espacio público. Llegó furtivamente, acaso para tender otra vez un puente entre partes que se desprecian ante los micrófonos de manera incontinente. Su mediación cada vez se parece más a una quimera.