Estos días estamos viendo como se suceden manifestaciones y concentraciones de protesta en diferentes rincones del país. Vale que no me parece el momento más prudente para que miles de personas se concentren en un mismo espacio sin mantener distancias de seguridad ante la grave situación de pandemia que estamos atravesando. Pero lo entiendo y respeto, pues en una democracia es básico el derecho de manifestación, de protesta, de libertad de expresión…

Pero no. Como siempre, un grupo de radicales y exaltados, los antitodo, aprovechan toda causa para imponer sus formas propias de terroristas. ¿Es libertad de expresión quemar un contenedor? ¿Es libertad de expresión tirar adoquines a las fuerzas y cuerpos de seguridad que tratan de garantizar el orden público y que defienden el libre ejercicio de los derechos, también de aquellos que no quieren manifestarse? ¿Es libertad de expresión destruir todo el mobiliario público de pueblos y ciudades que se encuentran a su paso? ¿Es libertad de expresión asaltar comercios y robarles? No, no es libertad de expresión. Son actos propios de delincuentes, de irresponsables e incívicos. Personas sin empatía, sin principios democráticos y cívicos. Que no son capaces de vivir en sociedad, y que no aceptan que la mayoría de la sociedad piense diferente a ellos.

Y con todos los motivos que tenemos los ciudadanos, con sobradas y fundadas razones, para salir a la calle y protestar --pero de forma pacífica y como nos manifestamos los demócratas (no los de boquilla, sino los que practicamos la democracia en profundidad)-- salen a protestar por el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél . Una persona condenada por enaltecimiento del terrorismo. H

*Alcalde de Nules