El FC Barcelona cerró anoche en el Vicente Calderón, con su victoria en la final de Copa ante el Sevilla, un más que notable ejercicio en el que ha logrado cuatro de los seis títulos en juego. Merece esta alta calificación por el doblete en la Liga y Copa, que se añade a éxitos anteriores en la Supercopa europea y en el Mundial de clubs. Repetir dos años seguidos el hito del triplete (Liga, Copa y Champions) no fue posible por un bajón temporal que supuso el KO europeo ante el Atlético y la exigencia de un arreón final en la Liga. Respondió perfectamente el equipo de Luis Enrique con una racha de cinco victorias consecutivas.

El éxito se ha basado en contar con la que es la mejor delantera del mundo. La llegada de Neymar, al margen de los oscuros coletazos extradeportivos de su fichaje, y de Luis Suárez, el año pasado, se ha revelado como un acierto en su rol de acompañantes del número uno, Leo Messi. Al margen del tridente, el mérito de un equipo muy fiable resulta mayor porque el éxito ha llegado a partir de la utilización de poco más de 13 futbolistas. Es una evidencia que el club está obligado a reforzar todas las líneas, salvo la portería si continúan Bravo y Ter Stegen. La excelencia deportiva es un objetivo ineludible en el Barça.