Miguel Hernández, el poeta del pueblo, nacido en Orihuela, en una de sus estrofas poéticas de la obra dedicada a Federico García Lorca, tras su muerte, Viento del pueblo, dice: ¡Qué sencilla es la muerte: qué sencilla, pero qué injustamente arrebatada! No sabe andar despacio, y acuchilla cuando menos se espera su turbia cuchillada.

La vitalidad de su estilo poético nos transmite multitud de sensaciones que es de lo que se trata. Cuántos hijos, padres, hermanos y amigos lloran la muerte de todas esas mujeres que, siempre injustamente, pues hay otras vías de solucionar los problemas, son asesinadas, dentro de la sinrazón de la rabia contenida y de la ofuscación emocional.

El presente año ha empezado mal. Llevamos un número record de mujeres asesinadas hasta el momento actual, por violencia machista. Tanto es así, que el Gobierno ha tenido que tomar medidas para que, entre la ministra de Sanidad, el ministro de Interior y el ministro de Justicia, formen un comité que se ocupe de la investigación de casos recientes, perfiles patológicos tanto de las víctimas como de los agresores, así como poner en marcha un plan de prevención que, junto con profesionales especializados, medios técnicos y colaboración ciudadana, puedan detectar casos de mujeres en riesgo de agresión. Mejor evitar que lamentar. Teléfono de contacto: 016.

Pero volvamos con Miguel Hernández. Murió de tuberculosis en marzo de 1942, en Alicante, tras un penoso recorrido carcelario que agravó más, si cabe, sus heridas internas. Intencionadamente olvidado durante la dictadura, fue el transmisor de la voz del pueblo. Esta semana ha sido el director del Instituto Cervantes quien ha declarado que la obra de Miguel se va a difundir de forma intensiva en sus centros.

*Secretaria provincial de Derechos Civiles del PSPV-PSOE Castellón