Es de los que se sorprende o indigna cuando se funde un bombilla al poco de haberla comprado? ¿Le vienen a la cabeza teorías de la conspiración? Pues la historia de la bombilla de Livermore, en California, le servirá para respaldar esas teorías. De hecho, su ejemplo, con una historia de 117 años encendida, ha sido esgrimido habitualmente por los teóricos de la obsolescencia programada --la conocida práctica por la cual las empresas fabrican productos electrónicos con fecha de caducidad, programados para estropearse al cabo de un tiempo determinado, habitualmente más corto que antaño--.

La bombilla Livermore, ubicada desde 1901 en un parque de bomberos de esta localidad, cumplirá el próximo 18 de junio la friolera de 117 años encendida. Un hito que le ha valido entrar en el libro Guinness de los récords. Aunque ha ido perdiendo intensidad, el porqué de su longevidad aún sigue siendo un misterio en la actualidad. El parque de bomberos tiene activa, incluso, una webcam donde se puede seguir al segundo su brillo.

DOS ‘APAGADOS’ EN UN SIGLO // La bombilla original tenía una potencia de 60 vatios --actualmente no supera los 4--, se fabricó soplada a mano, con filamento de carbono, a finales de la década de 1890 en la Shelby Electric Company, empresa ya desaparecida situada en Ohio. El aniversario es en junio del 1901 porque fue entonces cuando fue entregada al departamento de bomberos de Silvermore. Desde ese momento, permanece las 24 horas del día encendida. Solo ha tenido dos apagados forzados, apagones eléctricos al margen: en 1937 y en 1976, en las dos ocasiones con motivo de obras de renovación en el parque de bomberos.

En el 2015 cumplió su primer millón de horas de incandescencia, una cifra astronómica si se tiene en cuenta que una bombilla incandescente tiene una duración media de entre 750 y 2.000 horas. El porqué de esta longevidad tiene intrigados a los científicos, que han estudiado las propiedades físicas de esta bombilla sin obsolescencia programada.