Tras once años como pareja estable, quién lo iba a decir a estas alturas de la relación, Ui y Liu, macho y hembra del imponente lince boreal y residentes en el centro de recuperación de la fauna MónNatura Pirineus, se han decidido por fin a ser padres. Pero la noticia no es esa, sino que lo inaudito es que por primera vez en más de un siglo ha nacido en los Pirineos una cría de esta especie casi olvidada en la cultura rural local, lo cual ya es extraño, porque no es, como el lince ibérico, un gato grande, sino que el lince boreal es un felino inolvidable, cuya visión cuando es adulto quita el hipo, de 30 kilos de peso y 130 centímetros de hocico a la punta de la cola y que, si se lo propone es capaz de cazar un corzo.

El alumbramiento ha sido comunicado ahora, pero la cría nació el pasado 28 de mayo, tal y como explica el director de Territori y Medi Ambient de la Fundació La Pedrera, Miquel Rafa. Fue un parto que resulta inesperado.

alumbramiento // A Liu, la madre, que llegó al municipio de Son (Alt Àneu) procedente del Zoo de Lugo en compañía de Ui, no le apreció nadie de MónNatura uno poco más de panza. Es lógico. No era una camada de tres, cuatro o cinco cachorros lo que llevaba en el vientre. Solo uno. Alumbró bajo un tronco y fue allí donde los responsables del centro se llevaron la mayúscula sorpresa. Estaban frente a un animal extinto en libertad en la Península desde hace casi un siglo. En Pirineos, el último ejemplar vivo y libre del que hay constancia indiscutible fue cazado en 1930. Desde entonces, la silueta de este carnívoro espectacular no solo se ha difuminado, sino que apenas se recuerda su existencia por estas latitudes, como si jamás hubiera estado, como un fantasma, algo de veras sorprendente.

los rasgos // Tiene los ojos azules, sus características orejas de punta oscura y unas garras ya intimidantes pese a su corta edad. Así es el bebé. Su nacimiento no es la resurrección del tigre de Tasmania, de acuerdo, porque aunque esta es una especie amenazada, hay poblaciones estables en el norte de Europa y en las cordilleras de Asia, pero el simple hecho de que haya nacido un cachorro en el Pirineo, aunque sea en un espacio cercado, pone de nuevo sobre la mesa el debate sobre la reintroducción de este preciado felino en el medio natural.

Esta es -admite Rafa-- una fruta, sin embargo, aún muy verde. En el 2015 se puso sobre la mesa un plan de reintroducción en el Vall d’Aran, un espacio perfecto para este propósito, ideal para un único macho y dos o tres hembras. Los linces boreales son animales territoriales. Los machos, solitarios empedernidos salvo que ellas estén en celo, dominan una superficie equivalente a todo ese valle. Las hembras son dueñas y señoras de un círculo territorial algo menor. La propuesta, sin embargo, no obtuvo el aval de todos los actores implicados, los ganaderos araneses, por ejemplo, y cayó en el cajón del olvido.

depredador // En la zona faltan depredadores naturales de algunos herbívoros capaces de convertirse en plaga, como las liebres o los corzos, o de carnívoros que, en ausencia de enemigos ancestrales, pueden causar estragos, como los zorros, que en un momento dado pueden poner en riesgo el repunte de la población de urogallos. Que no hay equilibro es obvio. Algún día, opina el medioambientalista, el lince boreal regresará a los bosques porque ese es su lugar, pero ese retorno está lejano, no lo verá el hijo de Ui y Liu, que no conocerá otra forma de vida que la cautividad. No le faltará de nada, ni siquiera una simulación de libertad con la caza de pequeños roedores como aliciente o de algún pájaros despistado que se pose en su área de influencia.