Concluyendo ya su gira asiática, Donald Trump no pudo resistirse a mantenerse callado tras ser llamado «viejo lunático» por los medios norcoreanos, por lo que en su cuenta de Twitter llamó «bajo» y «gordo» a Kim Jong-un. «¿Por qué Kim Jong-un me insultaría llamándome viejo cuando yo nunca le llamaría bajo y gordo? Oh, bueno, intento tanto ser su amigo que quizá algún día eso ocurra», escribió el presidente norteamericano.

Corea del Norte acumula casi dos meses sin lanzamientos de misiles y está aletargada, sin más actividad que alguna de las habituales groserías de sus medios oficiales. Ni siquiera ha intentado aliñar el periplo asiático de Trump con algún desmán, tal como preveían los expertos.

Sin embargo, muchos analistas no ven otra intención en ese mensaje del jefe de la Casa Blanca que la desviar el foco de la trama rusa. Y es que el mandatario respaldó ayer a sus servicios de inteligencia al igual que el sábado lo había hecho Putin.

Lo cierto es que el dilema era serio: desprestigiar a los subordinados que salvaguardan la seguridad nacional o al líder ruso con el que se ventila buena parte de los conflictos mundiales. Y su decisión ha sido salvar a ambos, eso sí, sacrificando la coherencia del discurso. «Si preguntáis si creo o no, estoy con nuestras agencias», respondió ayer el presidente Trump en Hanói (Vietnam) durante la cumbre de la APEC.