El Tribunal Supremo ha confirmado la pena de 11 años y tres meses de cárcel impuesta a Antonia Rodríguez, un ama de casa de 63 años y natural de Benassal, que en febrero del 2018 le asestó dos puñaladas por la espalda a su marido en el domicilio conyugal de la calle Amalio Gimeno. El alto tribunal de Madrid ha rechazado el recurso interpuesto por la defensa, que alegó en el juicio que existía un maltrato habitual, aunque la Audiencia de Castellón no lo consideró acreditado.

Los magistrados de la Sección Segunda consideran probado que la condenada y su marido tenían una relación «fría» y «distante» desde hacía años y que «apenas hablaban». El 26 de febrero del 2018, sin que conste que se hubiera producido discusión alguna entre ellos, la víctima le pidió dinero a su esposa --era la administradora de la economía familiar-- para sus gastos semanales y ella cogió un cuchillo de cocina de 16,5 centímetros y lo atacó por la espalda, asestándole dos puñaladas. El herido trató de defenderse y huyó de la vivienda, logrando llegar hasta el portal del edificio, desde donde, auxiliado por un vecino, se dio aviso a la Policía Nacional. La víctima fue trasladada en ambulancia al Hopital General y los agentes tuvieron que emplear una maza para entrar en el piso del matrimonio, donde la ahora condenada se había atrincherado y lesionado.

Respecto al testimonio del hombre, que no había querido declarar durante la instrucción y lo hizo por primera vez durante el juicio celebrado a finales del 2018, el esposo disculpó a su agresora y renunció a indemnización alguna. Los jueces de Castellón incidieron en que, aunque la mujer dijo tener miedo a su esposo, «no explicó de forma razonable» por qué. «Los hijos tampoco refirieron una situación de malos tratos con alguna posible relevancia a los efectos que nos ocupan», señaló el tribunal.

La condenada reconoció durante su interrogatorio que apuñaló a su marido, pero dijo saberlo porque se lo habían contado muchas veces. «De ese día no recuerdo nada», se limitó a contestar Antonia Rodríguez.

Llamativo resultó el testimonio de los forenses, quienes incidieron en el juicio oral en que era extraño el hecho de que la mujer estuviera «mejor», «más feliz» y «tranquila» ahora que está entre rejas que antes de su privación de libertad. «Siendo una persona sin antecedentes y que cuenta casi con 65 años, sorprende la buena adaptación que ha tenido al medio carcelario, donde hace actividades y tiene buen trato con el resto de las reclusas», indicaron al tribunal los médicos.

La defensa recurrió la elevada condena, pero las razones alegadas han sido desestimadas.