Volvió y arrasó. Operación triunfo, un formato imprescindible de la historia de la televisión de este país, se reinventó el pasado lunes, con una nueva edición 16 años y un día después de su estreno, en el 2001. Tras la expectativa creada -con filtración de participantes incluida-, el programa de TVE-1 fue líder del día en el conjunto de España, con 2.558.000 telespectadores (19% de cuota), superando por la mínima a La que se avecina (hábilmente reubicada por Tele 5) y a La casa de papel (A-3 TV). Sin embargo, este éxito contrasta con el regusto amargo que dejó esa primera gala, con fallos técnicos, problemas de entonación y falta de ritmo.

Si en el 2001 eran los audímetros los que marcaban el grado de aceptación de los programas, en esta nueva era del talent las redes sociales son el barómetro que permite constatar la satisfacción del público. Y OT generó mucho ruido en su regreso. Los nervios de los jóvenes concursantes y los problemas con el sonido empañaron el esperado reencuentro. Ni Rosa López, invitada del primer programa, se salvó de esa ola de mala entonación que invadió la gala, especialmente durante las primeras actuaciones.

En una gala larga y, a veces, tediosa, el presentador Roberto Leal intentó salvar los muebles. «Gracias a todos por vuestros comentarios. La semana que viene más y mejor. Poco a poco. ¡Gracias por estar ahí tanto tiempo!», escribió en su cuenta de Twitter.