Vivir de la ganadería y hacerlo en Castellón hace años que no da para muchas alegrías. Y ahora, menos todavía. El cerdo, el pollo y, sobre todo, el conejo están tirados de precio y lo que el productor saca por vender la carne apenas le da para cubrir costes. Y eso que, en los últimos tiempos, las casi 2.000 explotaciones de la provincia han acometido inversiones millonarias para modernizar sus granjas y cumplir una normativa cada vez más exigente. Pero no hay retorno. Quienes trabajan por libre están desesperados y los que tienen un contrato con una integradora están aguantando más, aunque sin grandes alegrías. “Vamos a peor. Las empresas integradoras nos hacen pasar por el aro. No tenemos ni voz ni voto, ni ayudas de nadie. Los productores somos los últimos eslabones y nadie se acuerda de nosotros”, lamenta José, propietario de varias granjas de pollos en la provincia.

La ganadería siempre ha sido la hermanita pobre del sector primario y eso ha acabado pasando factura a un sector que sigue sin solucionar sus problemas: falta de rentabilidad, escaso relevo generacional y ausencia casi total en la agenda política. “La falta de políticas agrícolas claras por parte de las administraciones públicas da una inseguridad al sector que le impide avanzar hacia uno u otro modelo de gestión”, dice Francis Ferreres, técnico de la Unió de Llauradors i Ramaders.

CUNICULTURA En RUINA // Aunque no hay ninguna actividad que esté para tirar cohetes, quien se lleva la palma es la cunicultura. En Castellón, son más de un centenar las familias que viven directamente de la cría de conejos y su situación es de ruina. Lleva así casi tres años porque los precios que reciben ni siquiera alcanzan para cubrir costes. Un dato: producir un kilo de carne de conejo cuesta 1,80 euros (cifras del Ministerio), mientras que el productor lleva un año y medio sin cubrir costes. “Ya no podemos más. Estamos desesperados. Hemos llamado a todas las puertas, pero todas las soluciones que nos da la Administración son parches”, describe Arturo Zaragozá, productor de conejos de Rossell y responsable del sector de la Unió de Llauradors i Ramaders, que viajó a Madrid para volver a pedir un plan que salve al sector. La Conselleria de Agricultura ha aprobado una línea de ayudas.

A quienes engordan cerdos no les va mucho mejor. Y otra vez, la explicación hay que buscarla en los precios. Y la superproducción mundial es otra losa: “El veto ruso está impidiendo que sectores como el porcino puedan vender parte de su producción”, recalca Ferreres.

SIN AYUDAS // Contrariamente a lo que pudiera pensarse, los productores de conejos, cerdos y pollos no reciben ninguna subvención oficial. Sí lo hacen quienes crían ovejas, aunque otra cosa es que cobren puntualmente. “Las ayudas llegan cuando llegan, aunque eso es solo la punta del iceberg de nuestros males”, suscribe Ismael Ferrer, propietario de una explotación de ovino en Morella y responsable de Fepac. “A este paso, y si nadie lo remedia y nos apoya, dentro de unos años en el interior no quedará nada”, avisan. H