El Villarreal CF parece subido a una montaña rusa. En un mundo con tantos estímulos, los parques de ocio buscan ese tipo de atracciones capaces de activar cualquier resorte del cuerpo humano, de generar toda la adrenalina posible. Más o menos como sucede con el Submarino, que ha pasado de un momento delicado, de estar abajo después de seis partidos sin ganar (todos en LaLiga), a tener a su alcance la sexta victoria consecutiva (combinando Primera y Copa del Rey).

Hace exactamente 40 días, los amarillos empataban sin goles en el Estadio de la Cerámica ante el Atlético, al que sometió a un tiroteo con escasa recompensa. Acumulaba así media docena de jornadas sin vencer, en las que apenas habían sumado empates como locales frente a los rojiblancos madrileños y los rojiblancos bilbaínos. El Villarreal regresó de vacío de Ipurua, Son Moix y Mestalla, además del rosco en Vila-real frente al Celta.

Javi Calleja veía cómo se repetía lo del inicio de la temporada anterior, cuando los groguets, entre las jornadas 7 y 12, tampoco lograron sumar los tres puntos de una sola tacada. El entrenador madrileño aguantó tanto este racha como la anterior, pues su destitución llegó a raíz de una nueva derrota en la jornada 14ª.

Curiosamente, ese 0-0 contra el Atlético hay que calificarlo como un verdadero punto de inflexión. Aunque la mejora se remontaba una semana antes (2-1 en València), lo cierto es que, desde este 6 de diciembre, todo han sido alegrías en el Submarino. Aprovechando la Copa del Rey, con dos triunfos frente a rivales de Tercera (Comillas) y Segunda B (Orihuela) para reforzar las tres triunfos europeos. Europeos porque los ha conseguido frente a otros tantos conjuntos que juegan en la competición heredada de la Copa de la UEFA: Sevilla, Getafe y Real Sociedad.

No está al alcance de cualquiera ganar, en la misma temporada, en cuestión de pocos días, en el Ramón Sánchez Pizjuán y el Reale Arena (antiguo Anoeta). Dos aldabonazos, ligados por el 1-0 al Getafe, que han devuelto a los amarillos de lleno a la lucha por la Europa League, con un calendario a priori favorable: a expensas de ver el camino que hace en el torneo del KO, Espanyol, Alavés, Osasuna, Valladolid y Levante auguran un próximo mes prometedor para los groguets.

¿QUÉ HA CAMBIADO?

El punto de partida fue un cambio de actitud. Mentalizarse de que tener una buena plantilla no es suficiente, si la predisposición no es la conveniente. A partir de ahí, la mejora ha sido evidente en todos los aspectos, sobre todo en lo defensivo, con solo tres goles recibidos en los últimos cinco compromisos. Una fortaleza que también ha supuesto un refuerzo mental, gracias al cual viene de levantar un 1-0 en San Sebastián.

Sin duda alguna, verse capaz de encadenar triunfos ante tus iguales (Sevilla, Getafe y Real Sociedad son de la misma liga que los amarillos) son el mejor (auto)convencimiento de que el Villarreal está hecho para acabar entre los seis primeros.

No obstante, también han entrado en juego otros factores, más estrictamente futbolísticos, para que el Villarreal esté en lo más alto ahora de esa montaña rusa. Unos ajustes, por parte de Javi Calleja, tanto de nombres (Mario Gaspar por Rubén Peña en el lateral derecho, por ejemplo), como de sistema, con un 4-3-3 en el que Manu Trigueros se ha hecho fuerte en detrimento de Santi Cazorla, así como la titularidad de un Samu Chukwueze por Karl Toko Ekambi, el único elemento de distorsión en un insólito --por lo sosegado-- mercado de invierno: el camerunés, sin minutos, trata de forzar su salida.