Llegar a Morella es divisar una ciudad abrazada por 1.500 metros de muralla y 16 torres, con su imponente castillo a lo alto de un peñasco que traza una línea entre la montaña y el cielo. Por la noche cambia de vestido gracias a la mágica iluminación ornamental. Ha pervivido a guerras y crisis. Eje geográfico casi inexpugnable de territorios y de la antigua Corona de Aragón.

Además, las últimas tres décadas han apostado fuertemente por su protección y restauración. Uno de los proyectos es rehabilitar el impresionante acueducto del siglo XIV, en las afueras. Un referente de la ingeniería hidráulica de la época.

El impresionante acueducto del siglo XIV será objeto de una futura rehabilitación JAVIER ORTÍ

Desembarcar en la localidad es cruzar una de las entradas a través de las torres gemelas de Sant Miquel. Las otras destacadas son los portales de Forcall y el de Sant Mateu. Es estar en uno de los considerados Pueblos Más Bonitos de España y, el pasado diciembre, elegido por la Organización Mundial del Turismo de la ONU como uno de los más relevantes a nivel internacional del turismo rural, único español junto a Lekumberri (Navarra).

Recorrer Morella es dejar perderse por sus calles para tropezar con testimonios del paso del tiempo. Es adentrarse por el embrujo del barrio de la Judería o arribar al Pla dels Estudis, donde hay un enorme reloj de sol y un interesante mirador. Es deambular por lugares que transitaron personajes históricos como el rey Jaume I, Blasco de Alagón, El Cid, Francesc de Vinatea, Sant Vicent Ferrer, el Papa Luna, el rey Fernando I o el general Cabrera, el Tigre del Maestrazgo.

La calle de los Porxes, conocida como ‘la plaça’, es el punto de encuentro JAVIER ORTÍ

En cualquier rincón se descubren casas solariegas de la nobleza y burguesía, con fachadas extraordinarias, como la Casa Ciurana, Marqués de Cruïlles, el ayuntamiento o la del Cardenal Ram. Esta última se localiza en la calle principal, la Blasco de Alagón, con todo un tramo de porches, donde aún resiste un mercado desde el Medievo.

En el paseo de la Alameda hay expuesta una réplica de dinosaurio JAVIER ORTÍ

La zona verde está en la Alameda para desconectar y disfrutar de maravillosas vistas o puestas de sol. Allí se colocó una réplica de dinosaurio, otro de los tesoros de esta comarca rica en restos paleontológicos, como atestigua el museo que hay en una antigua iglesia, también peculiar centro de salud. Y en este paseo está el colegio, premio Nacional de Arquitectura.

En la visita no pueden faltar monumentos únicos. La arciprestal Santa María la Mayor es uno de los mejores ejemplos del Gótico Religioso valenciano, digna de Los Pilares de la Tierra. Recibe con sus dos puertas: la restaurada de los Apóstoles y la de las Vírgenes. En el interior, llaman la atención su soberbio altar mayor, el coro y su escalera de caracol. Un espectáculo visual que lo puede ser sonoro si se escuchan las notas del órgano.

Imagen del interior de la Iglesia Arciprestal de Morella: el altar JAVIER ORTÍ

Ya en la parte más elevada está el castillo, al que ahora se accede por la plaza de toros debido a las obras del parador de turismo, enmarcado en el convento de Sant Francesc que, a día de hoy, está cerrado al público. En su interior vivieron frailes franciscanos y posee una iglesia con claustro. Además, en la sala De Profundis se halla una joya de la pintura macabra La Danza de la Muerte. La fortaleza de piedra ha vivido innumerables batallas que han dejado huella y brinda excelentes panorámicas desde su corona.

A todo esto, hay que sumar el calendario de eventos, como la fiesta del invierno, el Sant Antoni, que fusiona tradición medieval con rituales religiosos y paganos. Habrá que esperar un año para disfrutarla, ya que este 2022 se ha cancelado por la pandemia. Además, en 2023 tendrá lugar el Anunci, batalla pacífica con toneladas de confeti, que es la antesala del Sexenni, que será en 2024.

La pandemia obliga a posponer Sant Antoni, la fiesta medieval del fuego MIGUEL AGOST

Sin olvidarse de la artesanía, folclore o del turismo activo, con rutas senderistas que envuelven la ciudad, o el parque Saltapins, en la Fábrica de Giner. Y, cómo no, acudir a los templos de la gastronomía para deleitarse con un crisol de sabores. Restaurantes y bares han sabido adaptar la cocina más típica con la vanguardia entre fogones, con productos estrella como la trufa, croquetas morellanas, cecina, carne o postres como la collà. Para rematar, no puede faltar un flaó, el pastisset que conquista al inspector Carvalho en los Mares al Sur, de Vázquez Montalbán.

Un puesto de venta de los típicos 'flaons', el dulce por excelencia de Morella MORELLA.NET

Descubrir Morella es una experiencia única e irrepetible. Despedirse de ella es observar de nuevo su silueta en el cielo, dibujarla en la memoria y soñar con volver.