El director de la Biblioteca Nacional designado por la ministra Pilar del Castillo, Luis Racionero, ajustaba cuentas ayer en El Mundo con Manuel Vázquez Montalbán. Primero, dos centenares de líneas para refutar a Marx. Es sólo la introducción necesaria para llegar al asunto: "Alzar una voz discordante" entre los elogios que ha recibido el fallecido escritor barcelonés.

Los cargos: ser de izquierdas y tener un coche caro, viajar a Cuba aunque un libro suyo sobre Fidel fuese prohibido y "traicionar" por "llegar a una conclusión teórica --sobre los fracasos del marxismo-- y no revelarla para que no se enteren los militantes de base". La sentencia: "A esto se llama el arte de saber nadar y guardar la ropa, de hacerse millonario denostando al capitalismo, de vivir como un burgués pero presentarse como izquierdista irreductible, de hacer una cosa y escribir otra. Eso (...) ya lo hacía, antes de los marxistas del caviar o del Partido Comunista de Cadaqués, la Curia Romana".

¿Los motivos de Racionero (quizá)?: "Hay un crédito considerable en ser del partido comunista cuando se escribe o se trabaja en el mundo de las artes en general. Como los que pensamos y escribimos solemos ser de izquierda --otra cosa es que a veces nos sea imposible apoyar y votar al partido de las izquierdas de ese momento-- las críticas y reseñas que aparecen en periódicos y revistas, tertulias y televisiones, serán más favorables para un miembro del partido que para un despreciable carca, facha o liberal de centro o derecha". ¿Es un exceso de suspicacia decir que suena a resentimiento?