El 10 de octubre se celebró el día mundial de la salud mental. El número de afectados por algún trastorno de este tipo es mucho mayor de lo que la gente cree. Así, se estima que un 25% de la población padece alguna alteración de esta índole. Un dato que corrobora esto es que tanto las consultas psicológicas como las psiquiátricas han aumentado notablemente en los últimos años.

Aquí, la crisis también ha tenido mucho que ver, pues el consumo de antidepresivos y ansiolíticos han crecido a la par que crecía la lista de parados. El aumento de los trastornos emocionales se observa, no solo en los que se suman a la lista de parados, sino también entre quienes se quedan en la empresa, pues en ellos se da una mayor incertidumbre sobre el futuro laboral, un aumento de los conflictos internos y problemas derivados del recorte de plantillas. A su vez, aumenta el presentismo, que no es otra cosa que acudir al trabajo aunque uno se encuentre mal por temor a ser despedido. Esta situación estresante ha traído consigo que tanto los servicios de atención primaria como los de salud mental se encuentren desbordados.

Y como siempre que las cosas se hacen con celeridad, se hacen mal. En esta línea argumental se sitúa un estudio realizado por una publicación de psicología de una universidad canadiense, donde se dice que una de cada cuatro personas que toma antidepresivos lo ha hecho sin estar diagnosticada ni de depresión, ni de ansiedad. Eso indica que personas que acuden a atención primaria con cierto desasosiego, con problemas de sueño o tristes por la situación actual, se les receta un antidepresivo. Sin duda esto les puede ayudar, pero estar triste no es lo mismo que estar deprimido, al igual que estar nervioso no es lo mismo que tener ansiedad. Los antidepresivos de nueva generación son psicofármacos de amplio espectro que aumentan la resistencia al estrés. Por ello se recetan en otras patologías como las crisis de ansiedad o los trastornos obsesivos compulsivos. Pero la realidad es que muchos de estos trastornos se podrían solucionar si se pudiera aplicar una terapia psicológica adecuada. H