La deslealtad de Puig es triple: con los valencianos al dejarlos a los pies de los caballos por su nefasta gestión de la crisis; con los profesionales sanitarios a los que ha abandonado ante la asfixiante presión hospitalaria y asistencial; y --en tercer lugar-- ha sido desleal con el resto de partidos políticos con los que ni siquiera quiere sentarse para escuchar sus propuestas, consensuar medidas o, al menos, tenernos informados de la situación. Nada. En lugar de ejercer como presidente de todos se comporta como un hooligan partidista, más empeñado en salir indemne políticamente que en solucionar una situación crítica para la salud de las personas y su economía. Solo basta ver su comportamiento con los representantes del sector de la hostelería, a los que señala y hunde mientras, al mismo tiempo, afirma sin rubor que no les criminaliza. Es su modo habitual. Mucha simulación y palabrería que, ante su ineficacia, termina por convertirse en insoportable. Como ocurre con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez , donde todo es marketing político.

Esa falta absoluta de rigor de Ximo Puig, tanto en el decir como en el hacer, está alcanzando cotas insuperables. Todo es mirar hacia otro lado, acusar a los demás y volcarse en la propaganda, utilizando la publicidad para ocultar la realidad de la calle y callar las voces críticas.

Desde el mes de enero hemos venido arrastrando en nuestra tierra las peores cifras de contagios y fallecidos a nivel nacional. En apenas un mes se han registrado más muertes por coronavirus que en los 10 meses anteriores hasta superar los 6.000. Sin embargo aquí nadie asume ninguna responsabilidad política.

Ni el caos sanitario, las muertes, las restricciones, los cierres, las improvisaciones, los anuncios de ayudas que nunca llegan o la evidente falta de gestión han servido para que Puig se avenga a dialogar y analizar alguna de las decenas de medidas sanitarias, sociales y económicas que le venimos proponiendo desde el PPCV. Desde habilitar las farmacias para incrementar y acelerar las pruebas PCR, reforzar la atención primaria o un plan de vacunación serio hasta eliminar el pago de impuestos a los autónomos, ayudas directas a las pymes o reducir el IVA del turismo.

Puig es incapaz de convocar a los grupos de la oposición. Antepone su soberbia a la necesidad de estar unidos para afrontar esta crisis de la mejor manera posible. Siempre nos da con la puerta en las narices y, en el colmo del cinismo, nos critica por desleales por proponer medidas en positivo y denunciar lo que sucede. El mundo al revés. Esa actitud egoísta de tacticismo político solo lleva al desengaño entre los ciudadanos por las promesas que nunca se cumplen, como aquello que dijo en septiembre de que estábamos preparados para la segunda y la tercera ola o el de la vacunación masiva antes del verano. Puig debería saber que sus compromisos falsos, su triple deslealtad, solo llevan a la frustración y al desánimo de la población. H

*Presidenta PPCV