Todos los días me pregunto qué está pasando en nuestra sociedad y el porqué de tanto odio a la diversidad cultural, racial, ideológica, en la forma de amar y sentir... Siempre he pensado que la diversidad es sinónimo de riqueza y de avance porque nutre a una sociedad de nuevos aprendizajes y vivencias. Pero nada más lejos de la realidad cuando enciendo la tele y esta diversidad está teñida de color rojo.

Los delitos de odio hacia quien no piensa como tú, hacia quien no ama como tú, hacia quien no reza como tú o, en definitiva, hacia quien no es como tú o comparte las características que tú quieres, están servidos en la calle en las últimas semanas con los asesinatos de Samuel y de Younes, entre otros actos violentos vividos.

El aumento de los delitos de odio en los últimos años, según datos del Ministerio del Interior, denota la deficiente calidad de convivencia social y que algo no está funcionando. Soy consciente de que tampoco ayuda el clima de polarización política e ideológica, los extremos nunca fueron buenos para la sociedad que, sumado a la creciente violencia verbal en las redes, contribuyen a la fábrica del odio.

Ante este mal diagnóstico social, desde Cs llevamos años trabajando en diferentes leyes nacionales y valencianas dirigidas a mejorar la convivencia y a acabar con estos delitos de odio, pero de nada sirve tanto trabajo si los diferentes gobiernos no dotan a estas leyes de suficientes recursos económicos para hacerlas efectivas.

No obstante, estoy convencida de que el sistema educativo tiene el antídoto de este mal si se apuesta por una educación centrada en valores y en la convivencia. Creo que ya va siendo hora de empezar a educar en empatía como mecanismo facilitador de una sociedad más cooperativa, inclusiva y altruista, porque se ha demostrado que las personas más empáticas son más felices y tienen una vida plena. Ya es hora de amar más y odiar menos.

Diputada autonómica de Ciudadanos