En ciencias sociales existe un debate permanente entre los seguidores de Karl Marx (1818-1883) y los seguidores de Max Weber (1864-1920), dos grandes pensadores de la sociología alemana y por ende dos pesos pesados del pensamiento occidental. El debate gira entorno a los elementos determinantes y estructurales de la vida social.

En este sentido, se suele citar la famosa frase de Marx que podemos encontrar al principio de su libro La ideología alemana: «No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia». Años después, en su Contribución a la Crítica de la economía política, le daba un sentido más explícito a una frase que es esencial en su pensamiento: «El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia».

Lo determinante en la vida social, dirán los marxistas, es la infraestructura económica (fuerzas productivas y relaciones sociales de producción) y todo lo demás es superestructura ideológica (conciencia: cultura, religión, política, arte, derecho….). Los críticos de Marx se han valido de esas frases para hablar de un determinismo economicista, unilateral y esquemático. Y para desarrollar esa crítica siempre ha venido muy bien el conocido libro de Max Weber La Ética protestante y el espíritu del capitalismo. Allí, Weber desarrolla, con todo lujo de detalles, la tesis de que la ética protestante y sus ideas puritanas, la famosa ética del trabajo, influyeron claramente en el desarrollo del capitalismo. Por tanto, no solo la economía determina la conciencia, sino la conciencia, en este caso la conciencia religiosa, determina el desarrollo económico.

Y ustedes dirán… ¿Todo esto que tiene que ver con el problema de despoblación que vivimos en el interior de Castellón? Pues miren, a buen seguro, podemos sacar provecho de la discusión entre estos dos grandes colosos del pensamiento. El «modo de producción de la vida material» (Marx) es fundamental a la hora de encontrar soluciones para la despoblación y, por tanto, la economía juega un papel fundamental: invertir en mejorar infraestructuras y servicios continua siendo esencial para nuestro interior; pero la conciencia, es decir, la cultura, la forma de mirar a ese interior (Weber), también lo es.

Nos explicamos: desde la posguerra hasta prácticamente la actualidad, aún hoy, los padres y madres querían, quieren, que sus hijos estudien y salgan del pueblo, que se vayan a la ciudad. Era, y en alguna medida aún es, señal de prestigio, de triunfo social. De esta forma se alcanza un rol, un estatus. Es el «impulso de prestigio» que tan estudiado tiene la antropología cultural. El Potlatch, que tan magníficamente explicó Marvin Harris en Vacas, cerdos, guerra y brujas, es la maximación enfermiza y autodestructiva de esa búsqueda impulsiva y tóxica de prestigio social.

La gran noticia para dar respuesta al reto demográfico sería que empezáramos a investir ese proceso. Es más, creo que hay claras muestras de que se está cambiando esa pauta cultural, esa visión del pueblo y de lo rural. Como en muchas otras ocasiones hemos explicado, rural ya no tiene que ver con analfabetismo, ignorancia, tosquedad, simpleza, sino con naturaleza, bienestar, calidad de vida, tranquilidad, zonas amplias y verdes. Weber tendría razón y la nueva mirada, la conciencia, la pauta cultural sería determinante en la lucha contra la despoblación; pero tampoco conviene olvidar a Marx y la producción material de la vida, vía nuevas formas de economía verde, de agricultura ecológica, de ganadería innovadora y de conectividad, sobre todo de conectividad, continúan siendo necesarias.

Mejor continuar en compañía de los clásicos, de los dos, Marx y Weber, y aprender para vencer al reto de la despoblación. Y, en todo caso, cambiar la dirección de la mirada nos parece fundamental y, en ese sentido, los medios de comunicación y las redes sociales pueden suponer una ayuda esencial. Juntos podemos avanzar.

Presidente de la Diputación