Esta es la realidad hoy en día: la destrucción de empleo en el sector privado asciende en España a 580.000 personas frente a los niveles prepandemia y de 860.000 personas con respecto a los niveles de hace dos años. Posiblemente este sea el primer aviso de que la fiesta de la recuperación, o más bien del rebote poscovid, está llegando a su fin y está tocando techo.

Los castellonenses lo hemos podido comprobar en este inicio de septiembre con 730 parados más para un total de 42.432 parados. El rebote del PIB tras la catástrofe del 2020 no nos puede llevar a engaño. Los niveles de déficit, deuda y desempleo que tenemos en España, no auguran nada bueno.

Estados Unidos, que hasta ahora era el líder económico mundial y que gracias a la demanda doméstica y el posterior repunte del comercio internacional, es quien más cerca ha estado de una recuperación económica en V. Pero su actividad económica empieza a corregirse a la baja.

En Europa todo parece indicar que nuestro repunte de la última parte del año vendrá de la economía que más ayudas ha concedido a sus empresas y que mayores bajadas de impuestos ha aplicado: Alemania. Pero, en cualquier caso, los indicadores de la OCDE hablan de una fase de estabilización económica y que los datos de crecimiento van a dejar de ser positivos.

En el caso de la España, sus datos de empleo son muy pobres. No se puede considerar un éxito unas cifras de empleo que no han recuperado los niveles del 2019 (sin contar en este caso los ERTE).

España tiene hoy en día un número de parados un 10% superior al segundo trimestre del 2019 y registra, trimestre tras trimestre, una tasa de paro cercana al 15%, que es el doble que la media que hay en la actualidad en la Unión Europea.

Tampoco se puede considerar un éxito el rebote que ha generado un crecimiento económico del 6,5% en el 2021, similar al de Estados Unidos. Ya que los americanos cayeron en el 2020 un 3,5%, mientras España cayó un 10,8%, tres veces más.

La experiencia española

Los socialistas fían el futuro crecimiento al sector público y a incrementar el gasto con cargo a los fondos europeos. Pero esto no es una buena receta y ahí está la experiencia española del 2008 con los Planes E. Seguir registrando uno de los mayores déficit de toda la Unión Europea (8,8% del PIB, según la propia ministra de Hacienda) es el camino perfecto hacia el abismo.

Los datos son demasiado claros. Si tenemos en cuenta a las personas que están en ERTE, a los autónomos que están cobrando la prestación extraordinaria por cese de actividad y el brutal incremento de la plantilla pública en el último año de pandemia, el resultado es que la destrucción de empleo en el sector privado asciende a 580.000 personas frente a los niveles prepandemia y de 860.000 personas con respecto a los niveles que había hace dos años.

Orientar nuestro país hacia el crecimiento económico requiere hacerlo desde lo más importante: el empleo en el sector privado. Recuperar la normalidad requiere no usar la pandemia como excusa para el constante intervencionismo.

Mientras hay países que ya han recuperado los niveles de riqueza previos a la crisis del coronavirus, en España hay 42.000 empresas menos registradas en la Seguridad Social y partidos políticos que están o que sostienen al Gobierno, que celebran que empresas punteras y compañías digitales, como Deliveroo, estén haciendo las maletas para irse de España.

Así no iremos a ninguna parte, o mejor dicho iremos exactamente a donde nos llevarán las políticas erráticas del gobierno socialista. La España de Sánchez se ha convertido en un lugar en el que se espanta la inversión, se maltrata a las empresas y se destruye el empleo de la clase media.

Veremos si los socialistas lo acaban pagando como lo hicieron en 2011.

Portavoz del PP en la Diputación