Estas no pretenden ser las clásicas palabras que cargan contra la gestión, en este caso y en nuestro pueblo, les Coves de Vinromà, de una alcaldesa a la que el cargo le ha robado la ecuanimidad y le ha acentuado el totalitarismo de lo unipersonal. Las pretendemos meditadas porque surgen desde lo reflexivo, de lo que sedimenta la tristeza de sabernos ninguneados como grupo municipal, pese a nuestro esfuerzo por contribuir, desde una oposición sin inquinas, al desarrollo y el avance de nuestra localidad.

Lo que objetamos de la alcaldesa es su unilateralidad, ese saltarse las normas de funcionamiento procedimental, ese no dar respuestas a nuestras preguntas, ese aparecer ordinario en primera persona sin dejar espacio siquiera a los suyos, ese encolerizarse cuando alguien cuestiona siquiera la redondez de alguno de sus puntos sobre sus íes.

El municipio está comprobando que se le ha caído la careta, que no es tan cordial, ni tampoco empática, ni menos aún tolerante con el discrepante que argumenta desde la razón. A las y los socialistas nos duele ese arremeter paradójico de la alcaldesa contra un socialismo que invierte institucionalmente en el municipio sin atender a coloración política alguna. Por ejemplo, la Diputación de Castelló que lidera José Martí y con la que los municipios están recibiendo más dinero que nunca. O como la Generalitat valenciana de Ximo Puig, que acaba de formalizar la concesión de una subvención de casi doscientos mil euros provenientes de una línea de aportes dirigidos a municipios en riesgo de despoblación.

Pero también de esto último nos hemos tenido que enterar todos en el bar. El bar como metáfora de ese oscurantismo desde que la alcaldesa gestiona nuestro pueblo.

Portavoz del grupo municipal socialista de les Coves de Vinromà