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Vicent Sales

A FONDO

Vicent Sales

Mitad legislatura: derogando la memoria

Sánchez he mentido de manera sistemática en muchos aspectos desde que comenzó la legislatura

La semana pasada, el 10 de noviembre, se cumplieron dos años de la victoria electoral de Pedro Sánchez. Es útil hacer balance del sanchismo no solo porque estemos en el ecuador de la legislatura, sino porque uno de los principales logros ha sido derogar la memoria --no la memoria histórica, sino la memoria de cada uno--.

Sánchez ha entendido como nadie la liquidez de los tiempos políticos modernos y ha conseguido derogar la rendición de cuentas. Es un hombre que ha mentido sistemáticamente desde el minuto 1. Desde el momento que juró que nunca se aliaría con Pablo Iglesias, y dijo cinco veces seguidas en televisión que nunca lo haría con Bildu, ha ido quebrando sus promesas una a una porque todo en él es liquido salvo una cosa: la ambición de poder. Eso es lo único sólido que hay en Sánchez y a eso sacrifica todo lo demás.

Sánchez ha hecho lo que decía Jardiel Poncela sobre el Cine de Barrio: «Primero te metían en la Sala y luego te cambiaban la película». Sánchez ha conseguido gracias a su alianza con poderes fácticos y mediáticos notables --que nunca le han afeado las traiciones a sus compromisos--, que esto va todo tan rápido, que un escándalo tapa otro escándalo. Que al final miras hacia atrás y en estos dos años si hiciéramos una lista de promesas incumplidas, de decisiones ilegales y de agresiones al edificio institucional... te sale un listado de cosas, muchas de las cuales ya hemos olvidado.

¿Gobierno de la regeneración?

Al principio nos vendió que su gobierno era el de la regeneración, ese era el leitmotiv de su moción de censura al Partido Popular. Tras hacer dimitir a dos ministros en los albores de la legislatura, para impostar una supuesta decencia, decidió no seguir haciendo daño al gobierno, ni hacer autocrítica, ni asumir responsabilidades y derogar de facto la rendición de cuentas.

Ha ninguneado y bloqueado al Parlamento, mantiene a ministros absolutamente calcinados, y solo ha hecho una purga cuando unas elecciones le han dado de bruces contra la realidad de un cambio demoscópico --en concreto en Madrid--, que aupó al PP en las encuestas mostrando el reflejo de ese sorpasso sociológico en España.

Lo bueno de que hayan pasado dos años, es que los españoles ya nos hemos quitado la mitad de encima, pero lo malo es que quedan dos años más. Y el presidente del Gobierno en este periodo de tiempo es capaz de montar un cisco de no te menees.

El balance provisional de víctimas del sanchismo es tremendo. En lo económico, paro, deuda, déficit, inflación, más y más impuestos, y de vez en cuando paguitas. En lo político, división, revanchismo, trincheras y odio ideológico. En lo social, ingeniería con las leyes más orwellianas desde 1978, la ley Celaá, la Ley Trans de Montero y la Ley de Memoria Hemipléjica de la Sra. Calvo. En lo democrático, asalto a la división de poderes, criminalización de la alternativa democrática, mordaza al Parlamento y desprecios al Tribunal Constitucional.

Sánchez le ha dedicado más tiempo y más afecto a Otegi y a Henri Parot que a las víctimas del terrorismo. Entre lo bueno y lo peor, Sánchez siempre ha elegido lo peor. Y en este tiempo lo mejor se ha desdibujado y lo peor ha prevalecido: terroristas sobre víctimas, separatistas sobre constitucionalistas, antisistemas sobre ciudadanos, y por último los zánganos sobre los trabajadores.

Sánchez prefirió pactar con el diablo, y el diablo siempre pasa las facturas. Si a usted estos dos años se le han hecho largos, espere a ver los dos que nos quedan.

Portavoz del PP en la Diputación

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